Desde que inició su gobierno el 7 de agosto del 2022 a Gustavo Petro le ha tocado gobernar en medio de un ambiente permanente de crisis sucesivas provocadas por ‘escándalos’ relacionados con su círculo íntimo familiar y personal que le han mantenido más ocupado en defenderse de las acusaciones que de gobernar; y a la opinión pública del país, mas pendiente del desenlace de esos escándalos que del debate de las reformas que tramita el gobierno en el congreso, y de las graves denuncias que viene haciendo el ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso ante la JEP que involucran a políticos, empresarios y medios de comunicación o del informe que le pidió el presidente al fiscal sobre las investigaciones contra el Clan del Golfo.
Los ataques y cuestionamientos al estilo personal, caribeño, espontáneo y extrovertido de su esposa la primera dama Verónica Alcocér; las difusas acusaciones de la ex esposa de su hijo Nicolás Petro y el ataque de la semana pasada contra su jefa de gabinete Laura Sarabia, la persona del gobierno mas cercana al presidente, quien resultó involucrada junto con Armando Benedetti en una intriga en la que su niñera y otra trabajadora resultaron ‘chuzadas’ dentro de una investigación de la fiscalía contra el Clan del Golfo en la que la que no tenían nada que ver, pero que coincidió con el hurto de 7000 dólares (aproximadamente 30 millones de pesos) que desparecieron de la casa de la funcionaria unos días después de ordenarse las interceptaciones ilegales a los teléfonos de las empleadas, han captado la atención de la opinión pública y provocado crisis políticas.

Todos esos ‘escándalos’ tienen elementos y rutas comunes que permiten pensar razonablemente que no son tan fortuitos como parecen y que mas bien obedecen a una estrategia de la oposición para desestabilizar al gobierno utilizando una de sus herramientas predilectas: el rumor, el chisme y el ataque personal o argumento ad hominen, una estrategia mediática conocida dentro de la ciencia política como la amplificación o estratagema 1 de Schopenhauer.
Desde que era candidato, Petro ha sido victima de todo tipo de montajes y ataques personales que como dije antes tienen varios rasgos comunes: todos van dirigidos contra el hoy presidente o su círculo personal mas cercano, todos derivan de terceros relacionados con su familia o colaboradores mas cercanos; todos han sido sacados a la luz pública por la revista Semana (opositora del gobierno); todos han sido amplificados por el fiscal Barbosa (opositor del gobierno) resultando replicados por todos los medios de comunicación tradicionales en su mayoría opositores con titulares que para muchos opinadores y medios alternativos de comunicación resultan capciosos, no corresponden ni con su contexto, ni con su importancia o trascendencia, ni tampoco con la realidad que indica la evidencia que aparentemente y a primera vista los funda.
Y escribo que desde antes, porque todo el país presenció la campaña de desprestigio de que fue objeto el hoy presidente durante la campaña presidencial. Desde las redes sociales, las bodegas de la derecha y los medios de comunicación tradicionales fueron pertinaces y se esforzaron por recordarnos a los colombianos el pasado insurgente de Petro en el M-19, una afirmación cierta pero que fuera de su obligatorio contexto y así presentada desinforma al receptor acerca de que Petro se desmovilizó hace mas de treinta años de una guerrilla ideológica y conservadora que no narcotraficó, que renunció a las armas y se reincorporó a la vida civil para hacer política dentro de la democracia desarrollando una brillante y exitosa carrera política que finalmente lo llevó a la Casa de Nariño.

Otro episodio en el que la ‘gran prensa’, pretendió hacernos creer a los colombianos que lo que allí planeaban los asesores y estrategas de la campaña de Petro eran ‘actos criminales’ fueron los denominados por la revista Semana (otra vez la revista Semana) ‘Petro-Videos’, de los que a la postre se supo que en realidad eran estrategias mediáticas de los asesores de Petro para derrotar a Fico Gutierrez el candidato del Uribismo.
También lo fue el video publicado en el que Petro aparece recibiendo 20 millones de pesos como aporte para una de sus campañas, así como el rumor de la visita del hermano del presidente a la cárcel La Picota de Bogotá para supuestamente acordar con narcotraficantes su sometimiento a la justicia y finalmente el famoso video de las ‘banderas rrrrojas’ en el que se le acusó de estar ebrio en tarima.
Todos estos hechos fueron presentados y difundidos por la prensa tradicional como ciertos y graves por las evidencias que descontextualizadas y malinterpretadas por sus redactores parecían ratificarlo, sin embargo, posteriormente cuando se adelantaron las investigaciones por los órganos judiciales y de control, evidentemente contrarias a Petro, varias, sino todas esas acusaciones resultaron rápidamente desvirtuadas. Es el caso de los 20 millones de pesos que fue presentado por la prensa tradicional como el de ‘las bolsas negras’’ bastó contextualizar el video para que la Corte Suprema ordenara su archivo por no existir mérito para continuar con la investigación. En ese caso por ejemplo, la Corte estableció que el video correspondía a la entrega de 20 millones de pesos para la campaña de Petro a la alcadía de Bogotá hace unos años, pero lo que mas llamó la atención de los investigadores fue que quien aportó el dinero resultó ser el ex-suegro de la senadora Paloma Valencia, una de sus mas encarnizadas contradictoras. Sin embargo el daño ya estaba hecho, por cuenta de esa estrategia, en la opinión pública quedó el recuerdo de la imagen de Petro recibiendo dinero en bolsas negras haciéndolo ver como un corrupto.
Igual ocurrió con el ‘escándalo’ del hijo del presidente, Nicolás Petro. Ante las ‘contundentes’ acusaciones hechas en la revista Semana por su ex esposa (despechada por la nueva relación de Nicolás con una amiga suya) acerca de que recibió dinero de cuestionados políticos y narcotraficantes de la costa, publicando incluso los mensajes de Whatsapp entre la entonces pareja en los que aparentemente se evidenciaba que así había ocurrido y que provocó la primera gran crisis política de su gobierno, a la fecha de hoy, el principal amplificador del ‘escándalo’, el fiscal Barbosa, férreo y abierto opositor del gobierno, no ha proferido una sola orden captura, solicitado medida de aseguramiento ni formulado imputación alguna por estos hechos.
De manera que todas las acusaciones y escándalos que le han hecho al presidente desde que era candidato hasta hoy tienen elementos comunes: son personales, provienen de la revista Semana que dirige Vicky Dávila su visceral opositora, apelan al rumor o chisme que usa verdades a medias o evidencias descontextualizadas, son amplificadas por el Fiscal Barbosa, su opositor, o por la Procuradora Cabello, también opositora, son replicadas y difundidas por la prensa tradicional, su opositora, mediante un gran despliegue mediático que sin duda golpea gravemente la imagen del presidente logrando provocar inestabilidad y crisis políticas sucesivas que afectan su gobernabilidad, pero también tienen un destino común: finalmente ninguno de los entes de investigación penal o disciplinaria, ni Fiscalía ni Procuraduría, en manos de sus opositores, han dado resultados en sus investigaciones que logren demostrar la ‘verdad mediática’ que en su momento fue publicada como tal. La pregunta es entonces: ¿Por qué? ¿Por qué si son ciertos todos esos escándalos no hay imputaciones, sanciones, ni órdenes de captura, ni mucho menos condenas si los encargados de investigarlas son los adversarios políticos del Gobierno, el fiscal y la procuradora?

Es también evidente y de resaltar en este análisis que todas las advertencias y acusaciones que durante la campaña hizo la prensa tradicional acerca de que Petro era comunista, que iba a expropiar, que nos iba a convertir en otra Venezuela, han venido quedando sin fundamento con el paso del tiempo, a 10 meses de su mandato seguimos con una economía de mercado, con propiedad privada, no se ha expropiado a nadie, el dólar está retornando a la normalidad, la inflación está cediendo, los costos de los alimentos están bajando, la inversión extranjera sigue aumentando, y el Fondo Monetario Internacional acaba de darle un espaldarazo a su política económica, todo ello mientras mantiene las mejores relaciones con los mas destacados economistas del mundo y con el presidente de los Estados Unidos Joe Biden quien hace poco lo invitó a la Casa Blanca.
No se trata de afirmar que el de Petro sea un gobierno de ángeles impolutos, porque ni la política es para ángeles, ni Petro es el Mesías, tampoco de decir que el gobierno no ha cometido errores, pero todos estos hechos e indicios considerados en conjunto hacen muy probable y permiten afirmar que estos escándalos y crisis políticas pueden haber sido meticulosamente planeados, es decir, preparados los primeros y cocinadas las segundas, tal y como suele ocurrir con algunos sofisticados platos en el que sus ingredientes se preparan y alistan cuidadosamente para luego cocinarlos en el horno o al vapor por el tiempo necesario para finalmente servirlos apetitosos y provocativos a los comensales que finalmente los consumen sin preguntarse como fueron cocinados.
Es así como desde la campaña presidencial la oposición a Petro ha demostrado ser una buena ‘cocinera’ de crisis políticas de muy ‘alta cocina’, los platos que antes tenían como propósito dañar la imagen del candidato para evitar que fuera elegido hoy se preparan y sirven para provocar inestabilidad, afectar de manera permanente la gobernabilidad del presidente, desviar la atención de la opinión pública de los temas realmente importantes y detener las reformas propuestas por el gobierno.
Cuestionable o no y aunque como dicen algunos: “en el amor y en la guerra todo se vale” y la política es la extensión de la guerra, pienso que lo único que no se vale para nosotros los ciudadanos es ignorar la realidad y ser engañados por los políticos.
Isaí Fuentes Galván Director y Columnista de La Pluma del Gato.
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