O mejor: creo que nunca se extinguieron sino que han quedado algunos huevecillos perdidos entre la jungla y que escaparon a la caída del gigantesco meteoro que se estrelló en la plaza Garibaldi de Ciudad de México y que tampoco pudo destruir a los Mariachis de Guanajuato y a todas esas agrupaciones que acompañaban los cantos esplendorosos de Libertad Lamarque. El parque Jurásico no fue cine de ficción.
Volvieron ahora, en estos últimos meses, pero con más ahínco y rugidos más estremecedores que nunca, aunque parezcan Palomas que están en sus Cabales y se tomaron casi todo el parque de Polo a Polo. Y aterrorizan cual las momias de Guanajuato con sus apariciones vivientes. Y están en todos los ámbitos de la sociedad: en la economía, en la cultura- todavía añoran las pinturas al estilo del cuadro de El buen samaritano-, en los deportes, que no en la ciencia moderna porque no la toleran y ahí nunca se les ocurriría buscar lugar, en la gastronomía, en los cultos y religiones, en la moda y en las costumbres cotidianas como afeitarse con barbera y agua de florida y etcétera.
Se trata de aquellos seres que abominan la palabra ‘cambio’ siempre que suene a avances pues también hay cambios hacia atrás porque como excepción útil ahí está la reversa de los automotores aunque para ellos es un avance pero con un giro hacia la izquierda.
No entiendo que aún haya personas con un cerebro desajustado que aman los anacronismos, que creen que el progreso es una aberración social, que le ponen veladoras a san Laureano Gómez y que usan calzonarias; aquellas que piensan que una relación de pareja debe ser santificada con un ritual religioso hasta que la muerte los separe, aunque esto es más que respetable; que el papa Juan XXIII estaba poseído por Satán cuando convocó el Concilio Vaticano II siglos después del primero que fue el Concilio de Letrán que no sirvió sino para que los cardenales de la época consideraran que el matrimonio de los curas era antinatural, que estableció la confesional anual y otras normas más ‘modernistas’ para la época. Vaya a saberse qué más travesuras harían en esas fraternidades del celibato que ni César Borgia habría soñado. En el Vaticano II se decidió que las misas se ejercieran con los sacerdotes de frente a su feligresía y no de espaldas y que los cantos y palabras de la liturgia ya no fueran en latín sino con el lenguaje de cada pueblo en todos los confines de la tierra donde el catolicismo hubiera hecho nido.
Hay quienes quieren regresar al ‘Pater Noster, et ne nos inducas intentationem ,sed libera nos a malo’, aunque antes no entendieran qué significaba esa letanía de hacer gárgaras con agua bendita. Yo fui acólito en las épocas en que rezar ´no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal’en latín era fervorosamente muy moderno. Quienes añoran ese pasado de latinajos, no cumplen con esas súplicas fuere en el idioma que fuere: ‘Fiat voluntas tua’, hágase tu voluntad, pero hacen lo que se les da su santa gana cuando salen de la ceremonia. ¿Y lo del libre albedrío que Dios nos concedió para qué es ?, dirán en una manifestación de santísima sublevación. Contradicciones que abundan.
Todo este sermón va contra quienes no quieren reformas hacia adelante, que le encuentran fisuras a textos que no han leído en su totalidad; son políticos con intereses empresariales o empresarios aliados con los políticos o sencillamente son ciudadanos de a pie con una incultura social y de la otra y un desconocimiento completo sobre lo laboral, pensional, de salubridad, educacional y, en consecuencia, son hojas al viento cómodamente prestas a ser dirigidas por el vaivén de los culebreros de la política, de la economía y de la información.
Y encima los grandes potentados, cabezas de los gremios económicos no saben lo que dicen. El presidente de la Asociación Nacional de Industriales, la ANDI, un dinosaurio omnívoro, expresó sobre la reforma laboral y sin mover una pestaña de los intereses de sus agremiados que’ lo de ahora es un poco mejor de lo que había pero es intolerable’. ¿…?
¡ARFFFFFGGGGG…!
Parece un editorial de Caracol Radio. Y no está mal porque los caracoles y los dinosaurios fueron contemporáneos.
¡Más compañía..!
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