En un país de machos, alguien capaz de embarazar mujeres y abandonar a sus hijos, incluso y por preferencia a sus hijos discapacitados, siempre estará bien juzgado, tan bien juzgado como ese que tiene amante, aun cuando su esposa todavía sueña con el dolor en el lecho de la muerte; esa es la sensibilidad de aquel que cuantas más amantes y mujeres embarazadas ponga a rodar por el mundo, mejor ubicado estará socialmente.
Vivimos en medio de personas que llegan a cargos sin cumplir requisitos; de contratistas que se acostumbraron no a ganar, sino a robar; a pagar dádivas a cambio de cosas y de todo, incluso deshonrando su propio trabajo y profesión; somos esos que no hacemos la fila, que no recogemos el plato donde comemos, que somos hijos de la deshonra, que somos capaces de llorar como víctimas, aun cuando somos los victimarios, parásitos que dañamos sistemas funcionales.
Somos vergüenza, somos voluntariosos y manipuladores, somos envidiosos, oportunistas, perezosos y mezquinos, esos son apenas algunos de nuestros defectos. Es ahí en medio de esa mezquindad que nace el miedo al buen gobierno, somos la desconfianza que nos produce el espejo, masoquistas que encontramos el goce profano en el dolor social, somos bastardos con un pasado lleno de pecados, que nos creemos impolutos, personeros del bien, lavamos nuestras culpas destruyendo y llorando.
Sí, somos lagrimones, retrógrados que nos escondemos detrás de la penumbra, sensibles ante nuestra miseria, la miseria que nosotros mismos causamos.
En medio de tanto defecto y tanto asco, somos mezquinos hasta a la hora de votar, pueblo indolente que se consume en la zozobra de la muerte, pueblo carente de vida, que no es capaz de hacer sino de destruir, ¡pueblo mío cuánto te amo! ¡Ojalá un día crees tu propio pueblo y no venga otro bastardo y lo destruya!
Aun así, hoy estamos en búsqueda de alguien que nos gobierne y no que nos represente, ojalá alguien que nos cambie, que nos quite la sensiblería.
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5 comments
Para poder gobernar debemos cambiar nosotros primero, puesto que como sociedad olvidamos principios.
Excelente reflexión y punto de vista.
Excelente reflexión Dr. Humbertico. Definitivamente somos una sociedad enferma, una sociedad que solo encontrará solución a sus problemas el día que ponga a Dios en el centro de su corazón. Suena rancio, pero es cierto. Un fuerte abrazo, lo quiero mucho!!!
Que buen contexto, palabras muy bien utilizadas, y la realidad es que si! Somos un pueblo indolente. Felicidades
Mucho que pensar, mucho que cambiar, hay mi Colombia querida.
Hola Humberto. Dos corrientes historiográficas se debaten aún en Colombia: por un lado los hispanófilos quienes crearon lo q se ha llamado la , una narrativa q decía que lo mejor q nos pudo pasar fue la Conquista y sus derivados culturales e instituciones. De otro lado están los patriotas q en su momento justificaron la Independencia bajo lo q se conoció como la , discurso q criticó ferozmente toda la tradición ibérica. Hoy en día, al menos en el terreno de los historiadores, estos dos tipos de estudios están superados, y han sido cambiados por las investigaciones q señalan la interminable cantidad de grises q tenemos en la sociedad. Después de la anterior perorata, me temo que su texto tiene aún mucho de leyenda negra la cual cancela la posibilidad de ver las variopintas clases de grises q habitan y que nos habitan. Un abrazo. Y esperaré con gusto la próxima columna.
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