Hace un poco mas de 12 años que comencé este oficio de participar con mi opinión en el debate público de los temas de ciudad. Una actividad que en algún momento llegué a considerar intrascendente y también algo desagradecida dados lo niveles de violencia del debate público y los enemigos que en épocas de polarización política suele traer consigo el simple hecho de expresar nuestras opiniones.
Recuerdo que en el año 2012 mi familia se quejaba de la cantidad de tiempo que dedicaba a comentar y expresar mis opiniones en Facebook que era en ese momento la red social de debate político por excelencia.
¿Eso si le produce algo? -me decían- ¡Póngase a trabajar! eso lo único que le deja es enemigos. -Me reprochaban-
Mi resignado silencio ante esa pregunta lo decía todo. Sin embargo, íntimamente en algún recóndito lugar de mi corazón, con la fé del galafardo, sabía que algún día produciría resultados.
Unos años atrás, en la UIS, encontrándome cursando allí mis estudios de Derecho, por allá finalizando los años noventa, ya escribía textos satíricos y hasta algo de poesía -si es que a eso se le puede llamar así- los que pegaba con ‘chinches’ en la cartelera de la Escuela de Derecho y que todavía no se cómo vendía a algunos incautos lectores a razón de dos mil pesos por cada ejemplar que sumados a los diez mil pesos que cobraba por cada hora de clase de piano, guitarra y técnica vocal (oficios que aprendí empíricamente) que dictaba a domicilio los fines de semana y las serenatas que daba junto al hoy maestro Leonardo Pilonieta con la agrupación musical ‘Hielo Caliente’ – imagínense esa contradicción- sustentaban mi precaria economía estudiantil cuyas principales notas de egreso eran las fotocopias de los libros que nos dejaban los profesores en un centro de copiado llamado ‘La Factoría’ -en esa época aún no era delito copiar libros para leer- y en un ‘bebedero’ de la época llamado ‘Rancho Grande’ en el que cada fin de semana nos reuníamos a libar, hacer tertulia política, cantar y tocar guitarra con un grupo de amigos que aún me precio de conservar.
Fueron varios años después, una madrugada de marzo de 2012, dormitando en mi cama entre las tres y cuatro de la mañana, que me dije a mi mismo: ¡Quiero escribir en Vanguardia!
Vanguardia, era en ese momento el periódico mas leído e influyente no solo de Bucaramanga sino de todo el oriente colombiano y recién había contratado a Diana Giraldo como su editora general quien años mas tarde se convertiría en su directora.
Diana a quien no veía desde hacía varios años había sido mi compañera de estudios de Derecho en la UIS ya destacaba desde esas épocas sus habilidades literarias y periodísticas, pues antes de ingresar a la carrera, ya había ganado un premio nacional literario el que sumó a los galardones nacionales de periodismo que ganó después. Al lado suyo yo era un aprendiz del arte de escribir.
¿Pero como hago para escribir en Vanguardia? -Me pregunté-
¡Vaya hable con Diana y dígale que quiere escribir! -Me contesté-
Recuerdo que ese día muy temprano llamé a la editora y le pedí que me recibiera.
A las 9 de la mañana de ese mismo día, me encontraba en la oficina de Diana Giraldo la editora general del periódico quien luego de un efusivo saludo y de ofrecerme un café que acepté gustoso, me preguntó:
Bueno…¿En qué te puedo servir?
¡Quiero escribir en Vanguardia! – Le contesté de sopetón
!Listo chino! -Me contestó intempestivamente y sin rodeos, sin darme tiempo de asimilar el impacto de la respuesta que acababa de escuchar-
-Yo se que escribes bien- Me dijo
–Pero aquí no pagamos. Es al gratín- ¡ah y las columnas no pueden tener mas de 350 palabras!
–Dale, no importa. Yo le hago- Le dije
¿Cómo carajos voy a hacer para escribir una buena historia o desarrollar una idea en tan poco espacio? -Pensé-
–Lo bueno, si breve, dos veces bueno- Pensé. -Ya veremos. Lo que importa es que ya tengo columna– Me dije
–Por ahora, te publico cuando falte algún columnista, luego miramos- Me dijo Diana
–Perfecto, me sirve- Le respondí
Recuerdo que mi primera columna se tituló ‘Estupro Municipal’ una erótica y procaz alegoría en la que criticaba al entrante gobierno del recién electo alcalde de Bucaramanga para la época ‘Lucho’ Bohórquez y que varios años después frente al pelotón de mi propio fusilamiento me pareció ‘rústica’, propia de un aprendiz del oficio.
Un poco menos de dos meses después de que Vanguardia publicara tres o cuatro de mis columnas en reemplazo de algún columnista que había olvidado enviar la suya, recibí una llamada de Diana en la que me informaba con evidente regocijo que la junta directiva del periódico había decidido vincularme como columnista permanente.
Es así como luego de doce años de escribir en esa privilegiada y honrosa tribuna este aprendiz del oficio de escribir, y que pienso, como todo oficio se va perfeccionando con la praxis, no tiene mas que admiración y eterna gratitud con quien me dio la primera oportunidad de hacerlo en público.
Hoy desde este espacio de opinión y medio de comunicación alternativo, La Pluma del Gato, en el que he se me ha dado la oportunidad de continuar haciendo una de las cosas que mas me gusta hacer en la vida, escribir, la que he venido haciendo aquí desde hace poco mas de un año luego de mi salida de Vanguardia, quiero anunciarles a ustedes mis lectores, a quienes pienso me debo, que luego de haber meditado profundamente sobre la trascendencia que tienen tanto la opinión como la política en nuestra sociedad, a sabiendas de que son oficios en ocasiones desagradecidos y difíciles de asumir, sobre todo este último, por el estigma social que tiene, que lo hace en tiempos como estos casi penoso, y movido por la imperiosa y urgente necesidad que me ha surgido de aportar al control político y la pedagogía ciudadana desde otro escenario, en mi sentir mas decisivo, desde el cual pienso podré -con la ayuda de todos ustedes- contribuir a recuperar y reconstruir mi ciudad bonita, la que he visto impotente durante los últimos años sumirse en el caos y el desorden como consecuencia del populismo y la mala praxis política, he decidido tal y como lo hice en aquella ocasión frente a Diana Giraldo cuando quise escribir en Vanguardia, manifestar un querer, un sentir, un propósito: quiero pasar de la opinión a la acción.
¡Quiero ser Concejal de Bucaramanga!
Para ello me he inscrito en la lista al concejo de Bucaramanga del partido Fuerza Ciudadana que preside el gobernador del Magdalena y pre- candidato presidencial Carlos Caicedo, en donde me correspondió el # 1. Un partido nuevo, decente y por construir en la ciudad, desde el cual pienso, podremos iniciar con decoro este periplo nuevo para mí: ¡Saltar de la opinión … a la Polítika…con k!
Adenda: Pero no se preocupen…seguiré opinando… de algo tiene que servir ser el dueño del periódico. Prometo no valerme de ello en lo sucesivo. Me excusan por esta única vez.
0 37827 Me Gusta
2 comments
Que buena historia…
Very interesting subject, thank you for putting
up.Raise your business