Esta no es una de esas columnas que denuncia algún escandaloso hecho de corrupción.
Tampoco es de esas que derraman ‘sangre de político’ en la arena del circo en que se ha convertido el debate público por estos dias y que tanto le gusta al respetable; mucho menos una de esas epístolas que pretende decirle a los gobernantes lo que deben hacer como si uno como simple opinador tuviese la fórmula mágica para gobernar y resolver problemas tan complejos como los que hoy aquejan a nuestra ciudad y departamento; y lejos está de ser uno de esos publi-reportajes lambones y vergonzosos que diciéndose ‘periodismo’ adulan a los gobernantes con rodilleras sin recato ni rubor alguno buscando su favor.
No. Esta vez quiero reflexionar sobre lo que hemos hecho antes como ciudadanos, como actores del debate y como líderes de opinión, para hacer un somero balance de cómo nos salió el experimento, los resultados que tenemos hoy; y sobre lo que opino podríamos hacer para ayudar a sacar adelante nuestra ciudad y nuestro departamento.
En primer lugar deberíamos aceptar que nos equivocamos terriblemente eligiendo a Cárdenas alcalde de Bucaramanga y a Mauricio Aguilar gobernador de Santander, a uno de los dos por inepto y al otro por lo mismo y además por corrupto, decisiones que nos costaron que la ciudad quedara en ruinas y el departamento arruinado, palabras que aunque suenan parecidas son diferentes.
También debería contristarnos haber perdido varios años distraídos en disputas y divisiones producto, en el caso de la ciudad, del populismo maniqueo (que nos dividió entre buenos y malos) que desde Rodolfo se impuso primero como estrategia de campaña y luego como política de gobierno; y en el caso del departamento, de la mezquindad, el nepotismo y la exclusión soberbia y egoísta de un linaje que entendió la política como un negocio familiar para llenar sus arcas y las de sus amigos. Muchos cayeron en esa dinámica y ayudaron a mantenerla, le hicieron un gran daño a Bucaramanga y a Santander.
A diferencia de eso, hoy tanto el departamento como la ciudad tienen la oportunidad de ser reconstruidos y avanzar hacia el desarrollo, pues pienso que ahora somos gobernados por dos personas con experiencia y conocimiento de lo público, con escuela en dirigir personas y sacar adelante agendas de gobierno y administración, puede que no sean perfectos, ni santos de absoluta devoción y piedad, pero tienen algo que sus antecesores nunca tuvieron: experiencia en mandar y administrar, conocimiento de lo público, y el mas importante de todos: liderazgo.
Es que mucho va de Juan Carlos Cárdenas a Jaime Andrés Beltrán y de Mauricio Aguilar a Juvenal Díaz. A diferencia de los segundos, hoy nos gobiernan -opino- dos líderes que hicieron escuela tanto de mando y gobierno, como de liderazgo, cada uno por diferentes caminos, el uno Pastor y el otro General, el uno orientando y ayudando personas y el otro mandando y dando resultados; ambos, líderes exitosos y competentes en cada una de sus áreas, con experiencia en mandar, armar equipos, proponer estrategias y sobre todo en tomar decisiones, actuar y hacer que las cosas ocurran y los resultados se vean.
A ambos los veo con la intención sincera de hacer lo mejor porque a Bucaramanga y a Santander les vaya bien, trabajando para que así sea.
Pero además por primera vez luego de mucho tiempo, gobernador y alcalde parecen sintonizarse armónicamente para trabajar unidos en una agenda común mostrando liderazgo y coordinación con los demás alcaldes del área metropolitana, un tema del que dependerá mucho el éxito o fracaso de sus respectivas gestiones.
También por primera vez veo a un gobernador convocando a la unidad de fuerzas, actores e instituciones para sacar adelante al departamento dejando de lado las diferencias políticas partidistas, ideológicas, y burocráticas, invitando a sus opositores a hacerle un control político objetivo y constructivo y poniendo como prioridad las necesidades de la provincia y de las urbes que componen el departamento y en especial el área metropolitana. Se nota su esmerada preocupación por la provincia, es provinciano y entiende perfectamente sus necesidades.
Por eso me inquieta pero no me sorprende que algunos insistan en solo sabotear ese ambiente de optimismo y esperanza que ciertamente existe, que estén mas preocupados por ver como tumban la elección del alcalde Beltrán o buscando ‘la paja’ en la administración del gobernador Díaz cuando antes se hicieron los de la vista gorda con todas ‘las vigas’ de la familia Aguilar. Pareciera ser cierto aquello de que para cumplidores de la ley y exigir su cumplimiento en ‘estricto derecho’ no hay mejores que los fariseos.
También me inquieta la posición de otros que habiendo apoyado candidatos perdedores de las elecciones ahora critican absolutamente todos los nombramientos y decisiones buscándole ‘el mosquito a la panela’ para que los llamen y algo les dén. ¡Patético! Hay que saber perder con dignidad y mantenerla a costa de aguantar hambre de ser necesario.
En lo que va corrido, el General (r) ahora Gobernador, el comandante ahora político, ha sabido asimilar perfectamente su cambio de papel, de soldado a político que gobierna un departamento, de candidato le costó un poco, pero ahora, no solo está mandando y coordinando sino además convocando desde la política y eso es positivo porque la política es en esencia eso.
Lo mismo se puede decir del alcalde Jaime Andrés, se le notan sus tres concejos, su habituado liderazgo como pastor que es y sobre todo, su capacidad para escuchar, cosa que no teníamos desde antes de Lucho Bohórquez hasta hoy.
Tanto la ciudad como el departamento adolecen de graves problemas, el mas urgente, el de la inseguridad, pero también el rezago en infraestructura que nos ha impedido ser competitivos y prósperos, que valga decirlo, fueron los temas de la agenda política por los que la mayoría votamos por resolver con urgencia, pero también tenemos un adversario común: el crimen organizado, la delincuencia que provoca inseguridad. Alguien tiene que declararles y hacerles la guerra pero necesitará el respaldo ciudadano permanente.
De manera que pienso que deberíamos aprender de los demócratas y republicanos ‘gringos’ que en elecciones se dan duro, pero pasadas estas enfrentan a sus enemigos unidos, como un solo pueblo, como una sola nación, entienden que unidad no es lo mismo que unanimidad. O de los ‘Paisas’, que por mucho que compiten entre ellos para ser los mas prósperos y fuertes, se ayudan entre sí, se fían, se prestan plata sin intereses, y se apoyan en todo, unidos por su fuerte regionalismo.
Esa podría ser la diferencia, entre un Santandereano con un ‘gringo’ y un ‘paisa’ y ahora podría marcar la diferencia entre una ciudad y un departamento divididos, rezagados y relegados a puestos que no corresponden con la vocación, las ventajas y oportunidades que ciertamente tenemos para convertirnos en una de las regiones mas prósperas y competitivas de Colombia y la de nuestra capital Bucaramanga de volver a ser la ciudad bonita, limpia, ordenada, segura y mas cordial de Colombia.
Creo que es hora de hacer un ‘mea culpa’ y de entender que no podemos seguir cometiendo los mismos errores del pasado ni esperar que las cosas cambien si continuamos haciendo lo mismo que hemos hecho los últimos ocho años, peleando y mirando a ver como nos tumbamos, unidad no es unanimidad, deberíamos aprender a hacer oposición constructiva y no destructiva. ‘Gringos’ y ‘Paisas’ nos enseñan que concentrarnos en avanzar juntos cooperando en medio de las diferencias podría ser la clave de nuestro desarrollo.
0 37827 Me Gusta