El desarrollo urbano puede convertirse en una carga pesada para cualquier ciudad. Pasar de ser un pueblo tranquilo y organizado a transformarse en un centro de actividad económica y social tiene sus ventajas, como el acceso a servicios, oportunidades laborales, diversidad cultural y educativa. Sin embargo, también presenta desafíos significativos. Problemas como la congestión del tráfico, el aumento de la delincuencia, la contaminación y la expansión descontrolada de la ciudad generan dificultades en la coordinación y gestión. La ciudad se torna impredecible, casi ingobernable. Por más buenas que sean las intenciones de un mandatario, sus capacidades para transformar las cosas resultarán insuficientes, y la elección de uno nuevo puede conducir trágicamente a una nueva desilusión.
Cuando alcanzamos este punto, las sociedades se enfrentan a una gran encrucijada, o se vuelven resilientes y se aceptan los desafíos, o se hacen abiertamente insostenibles, deteriorando la calidad de vida de cada ciudadano a un ritmo acelerado. Cuando el caos, la indiferencia y la negligencia se convierten en la norma, los seres humanos se adaptan, pero al hacerlo, entierran la posibilidad de seguir creciendo, se resignan. Es como si el mismo proceso de crecimiento se convirtiera en nuestro verdugo.
Como país, hemos enfrentado numerosos momentos en los que nos encontramos este tipo de encrucijadas. Algunas las hemos superado, en otras nos encontramos aún estancados, y en casi todas tendemos a subestimar lo que hemos logrado. A finales del siglo XX, Colombia se hallaba sumergida en una aguda crisis caracterizada por la corrupción desenfrenada, el narcotráfico, la violencia generalizada y el avance sostenido del poder de los grupos armados. La economía experimentaba una tendencia decreciente, dejando muy poco espacio para la esperanza y el progreso.
En el año 1997, se llevó a cabo un ejercicio de prospectiva estratégica conocido como “Destino Colombia”. En este ejercicio, se lograron convocar a los actores más relevantes de la sociedad, entre otros, se encontraban empresarios, líderes sindicales, académicos, figuras de opinión, representantes de organizaciones sociales, estudiantes, funcionarios gubernamentales, políticos de todas las corrientes ideológicas, guerrilleros, paramilitares y víctimas del conflicto.
Es decir, se congregaron todas aquellas personas que de una forma u otra estaban influyendo en el devenir del país, incluso aquellos que, en algunos casos, se consideraban enemigos entre sí.
Durante varios días y siguiendo una metodología clara, con el propósito de: “construir escenarios de futuro para el país, que iluminen el pensamiento y la acción de todos los colombianos desde la riqueza de la diferencia, la pluralidad de los intereses, la multiplicidad de visiones y misiones, que encarnadas en este grupo de hombres y mujeres que trabajaron generosamente… se constituye hoy en símbolo de la posibilidad de contar con un proyecto de país en el que quepamos todos, sin exclusiones, un país justo, equitativo y armónico que todos soñamos”
El resultado de este ejercicio no pudo ser más sorprendente, especialmente cuando se observa desde la perspectiva del futuro. Se lograron consolidar cuatro posibles escenarios para el país durante las dos primeras décadas del siglo XXI. Lo notable es que cada uno de estos escenarios, proyectados en 1997, terminaron materializándose, de una u otra manera, al entrar el nuevo milenio.
El primer escenario, titulado “Amanecerá y Veremos”, retrata un país sumido en la violencia y el caos, con una falta evidente de liderazgo y una incapacidad institucional para abordar los desafíos nacionales. El segundo escenario, denominado “Más vale pájaro en mano que cien volando”, describe un país donde se logra un acuerdo de paz con concesiones significativas para los grupos armados. Sin embargo, esta paz es frágil y se ve amenazada por problemas persistentes como la pobreza, la desigualdad y la corrupción.
El tercer escenario, “Todos a marchar”, describe un escenario de proceso de paz fallido, casi prediciendo lo que sucedió con el proceso de paz del Caguán. La desilusión resultante conduce a una búsqueda de refugio en un régimen de mano dura, que impone represión y control económico en aras de restaurar la seguridad y el orden público, aunque a un alto costo social. Finalmente, el cuarto escenario, “La unión hace la fuerza”, es un panorama donde el país logra superar sus divisiones y construir una sociedad más justa y equitativa.
Fue así como la diversidad de actores lograron proyectar el futuro mediante la creación de cuatro escenarios distintos. Estos escenarios sirvieron como herramientas para comprender qué camino deseaban seguir y qué variables eran las más importantes para influir en dicho camino. Esta comprensión permitió iniciar la creación de proyectos pensados desde el futuro para aquel presente desolador que atravesaba el país.
Sería oportuno considerar la realización de un ejercicio similar para Bucaramanga, el punto de inflexión está justo frente a nosotros: un sistema de movilidad que ha colapsado debido a la informalidad, un problema de inseguridad que parece estar fuera de control a pesar de los esfuerzos institucionales, y una incertidumbre económica alimentada por la falta de un claro paradigma de desarrollo.
El alcalde, desde los primeros días de su mandato, ha reiterado que “si a Bucaramanga le va bien, a todos nos va bien”. Sin embargo, el verdadero desafío radica en que ni siquiera hemos logrado imaginar y ponernos de acuerdo en lo que significa que a “Bucaramanga le vaya bien”. Necesitamos un sueño de ciudad que trascienda el simplismo ochentero de la Ciudad Bonita, que nos desafíe democráticamente y nos permita construir consensos.
Es fundamental identificar esas piezas clave que debemos mover en para dar un salto cualitativo y avanzar hacia la ciudad que todos anhelamos. Esto requiere un diálogo abierto y constructivo entre todos los sectores de la sociedad, sin exclusión alguna. Recordemos que el ejercicio de Destino Colombia logró sentar a paramilitares y guerrilleros en un amplio diálogo para construir el país. El valor más importante que debemos poner sobre la mesa es la GENEROSIDAD. Solo a través de ella podemos desarrollar los paradigmas que nos permitan impulsar el progreso de nuestro territorio de manera sostenible, evitando que el éxito aparentemente espontáneo termine colapsando la ciudad.
Video: Destino Colombia: https://www.youtube.com/watch?v=3NB5xG0ZeyE&t=98s
0 37827 Me Gusta
2 comments
You really make it seem really easy together
with your presentation however I to find this topic to be really something which I believe I
might never understand. It kind of feels too
complex and extremely wide for me. I am looking forward
for your next submit, I will try to get the grasp of it!
Escape room lista
I like this site it’s a master piece! Glad I found this on google..