Capitanejo, en agosto, es un pueblo medio loco vestido de fiesta. El clima anda como un orate sin rumbo y hay que estar mirando permanentemente hacia arriba para que no nos sorprenda una canícula infernal o un diluvio repentino que llena las horas.
Empiezan las fiestas. A las cinco y media de la mañana hay un despertar, una alborada con estrépito de pólvora, bombo, platillos e instrumentos de viento que truenan en el ambiente con una filarmonía de porros, pasillos y rajaleñas. Un estruendo de locura como los ventiladores del hotel Oasis. Los chicos de la banda recorren las calles, unos jubilosos y otros con los ojos semicerrados de sueño y pereza que caminan arrastrando los pies y haciendo sonar el infaltable Barcino de Jorge Villamil: Arre torito bravo que tienes alma de acero/ y tienes en la mirada/ ojos de torito fiero/ y llevas en el hocico/ el aroma del poleo…
Es comprensible que tanta repetición les sature su ánimo y entonces esos aires festivos se les tornan tediosos, y, en consecuencia, se pasean dormidos.
En la alcaldía reciben a los visitantes con unos tamales suculentos, que brillan de grasa y que desparraman sus garbanzos generosamente por toda su notoria ampulosidad y en su envoltorio de hojas marchitas.
Por ahí ya debe rondar Carlos Arturo, que toma Coca-Cola todo el día y a quien llaman Tarasca, quizá porque tiene una boca tan grande y unos dientes tan afilados y desordenados que pueden tragarse un ‘cristiano’ de un tarascazo. A las ocho de la mañana ya está distribuyendo El Tiempo, ajustándose sus amplios calzones y desaguando oscuro.
El domingo en la tarde empieza la locura colectiva cuando el carnaval Cacique Chicamocha arranca desde el hospital y las carrozas y las comparsas inundan sus angostas calles, y los francotiradores con espuma en tarros de aerosol batallan hasta el cansancio y las reinas modelos lanzan caramelos surtidos y los niños parecen hormigas desenfrenadas recogiendo lo desperdigado en el suelo. Una señora más vivaz que ellos abre su paraguas y lo pone bocabajo para que la pesca sea más milagrosa.
Mario Castro, El Avión, recién operado del corazón se olvida de su tormento, bebe cerveza sin compasión y cuenta de su discusión con un paisano a quien, según él, amedrentó con su ‘pala’ de veinte pulgadas para defenderse y con eso ‘le pegué dos tiros en una pata y eso cómo volaba ese hombre; ahí sí corría el hp…’ Le funciona bien su corazón para echarnos esas historias tan machamente folclóricas.
Como en todos los pueblos que en el mundo han sido, por estos rumbos habitan personajes y anduvieron otros que deberían ser representados en las carrozas del carnaval como un homenaje a sus particularidades que son centro de atención para los visitantes y, muchas veces, incomprendidos o vistos con una indiferencia de rutina por los propios raizales del municipio.
Son una especie variable y valorable del folclor local.
El bobo y la viuda…
En años lejanos existió el ‘bobo gobierno’. Un ser bajo de estatura pero musculoso como un Atlas cargando el planeta en su espalda, sino que este acarreaba envases de cerveza donde los Dubeibe, que eran los distribuidores del licor.
‘Gobierno’, con su inmenso coto, era semisordomudo y más mudo aun cuando antes de cargarse las botellas escanciaba sus sobros amargos y sin espuma. Nunca supe por qué lo llamaban ‘bobo gobierno’ pero sería un majestuoso matacho en el desfile carnavalesco.
Hoy domingo de fiesta se vio lo nunca visto y que fue la mejor creación de la cautivante imaginación de los paisanos. Desfiló una carroza fúnebre con un ataúd café oscuro. Repentinamente se abrió la tapa de la caja y entonces se levantó el difunto con las manos en actitud de oración o suplicando perdón a la señorita modelo que repartía confites. Fue el mejor momento de esta tarde soleada. Las sonoras carcajadas de hilaridad de los presentes llegaban hasta Gorguta y a Guasabaral donde fue creado este muerto que andaba de parranda. Un gozo inenarrable.
‘Pequé’, cuyo nombre era Lucinda Rojas, otro personaje histórico, era una mujer de años sin memoria que pesaba treinta kilos, tal la madre Teresa de Calcuta, que iba a todos los funerales, a todas las misas y responsos y cantaba –cantar es un decir- en las liturgias con unos alaridos tremendistas y descarrilados de tono, que sobresalían sobre las demás voces. Era una completa anarquía sinfónica. El día de su muerte no se quedó nadie en casa. La asistencia masiva a su inhumación no tiene comparaciones en el historial funeralesco de Capitanejo. Algo se extrañó : que hizo falta su voz y su canto caótico en esta ceremonia reverencial.
Hubo feria caprina y el cabro es un ícono de esta región. Cada vez que se nombra este pueblo en cualquier lugar, las gentes salivan preguntando por las bandejas de cabro sudado que alguna vez probaron y entonces les quedaron rondando en su memoria gastronómica estos fragantes platos acompañados de pepitoria, yucas y consomé. Los cabros desfilaban ante los jueces con sus cuernos muy altivos y con los berrinches interminables de unos y el silencio taciturno de otros.
Hablando de comidas, son infaltables los chorizos de cinco centímetros donde doña Gloria Godoy, que no los frita sino que los cocina; las empanadas de guiso de alverja donde Lola, la viuda, – su esposo se fue de bruces con su camión en la represa del Sisga- ; los helados hipercremosos donde la Walteros y las cucas acarameladas en la panadería Santa Cecilia.
Lunes festivo. Festival folclórico. En el parque se presentaron grupos de danza que vinieron hasta de Sativanorte en Boyacá. Juventud Carranguera de Soatá repartía carranga con todos sus aires por toda la rosa de los vientos.
Los bailarines, con trajes multicoloridos, danzaban desde la Guabina Santandereana No. 2 de Lelio Olarte Pardo hasta Viva la Fiesta de Luis María Carvajal. Un jolgorio de toda la mañana y parte de la tarde.
El loco…
Otro para el desfile. ‘Pedro Mulas’ caminaba a pasos largos desde La Palmera, a dos kilómetros del pueblo, con un gorjeo sin fin de pavo desconsolado: ‘Gorogorogorogorogoro’, era su imparable y monotemático tema que quién sabe qué significaría en su cabeza desbordada por ese fatalismo que la vida y el destino le depararon. Luego se devolvía y diariamente hacía ese recorrido de pisco irremediablemente enloquecido.
Alegrías y tristezas. Rafael Hernández, parte de una familia, de una saga de vendedores de carne de varias generaciones, no sé cómo pasaría estos días de festejos. Lo vi muy apacible y apaciguado, templado como una guaya, pero vaya uno a saber el infierno que carga en su alma desesperada: un mes antes de comenzar esta parranda febril, Miguel Alonso, su hijo, estudiante de ingeniería, murió en un dramático incidente ocurrido aquí en una noche sin luna. El luto aun más oscuro, invade el entorno de esta alma buena. Qué dolor, qué desasosiego.
La funeraria…
Capitanejo y sus historias. Años hace que en la calle hacia el cementerio, por donde los Morantes, en mitad de la cuadra había una casa antigua de tapia pisada en la que fabricaban ataúdes toscos y también había un molino de cereales que traqueteaba a horas inesperadas. Entonces al propietario se le ocurrió poner un aviso de disparate anunciando sus servicios y entonces escribió en una tabla rústica : ‘Funeraria Santa Teresita. Visite el molino de su confianza’. En esas épocas no había crematorios porque entonces la confusión hubiese sido tan abrumadora que cualquier desprevenido iba a creer que allí a los muertos no los cremaban sino que los molían.
Llegamos al final de esta fanfarria porque el martes ya no había fiesta y entonces los eternos parranderos se quedaron esperando la alborada de los músicos que se paseaban dormidos; las cervezas heladas en el parque; otra vez la procesión de san Bartolomé, patrono del pueblo y, en medio de su resaca descomunal, todavía estaban creyendo que el Sagrado Corazón desde su cerro y con los brazos abiertos hasta ahora les estaba dando la bienvenida con el eterno saludar de estos paisanos, celebrantes de cincuenta años de feria y fiesta: ¡Ópale, mis bobos: bienvenidos a Capitanejo..!
2 37827 Me gusta
5 comments
Yes! Finally something about John E. Snyder.
You really make it seem so easy together with your presentation however I find this topic to be really something that I think I’d
never understand. It kind of feels too complex and very broad for me.
I’m taking a look forward on your next publish, I’ll attempt to get the cling of
it! Escape rooms hub
I like this website very much, Its a real nice office to read and get info.?
I was examining some of your articles on this website and I conceive
this internet site is real instructive! Continue posting.
Travel blog
Hi there, I enjoy reading all of your post. I like to write a little comment to support you.
Feel free to visit my web-site :: 만세력 사이트