Hoy, según la Federación Nacional de Comerciantes, es el día del padre y como dijo la malentendida de la Francia Márquez , hay que vivir sabroso.
Casi la matan a la sinsonrisa porque quisieron entender que lo que ella expresaba como ‘vivir sabroso’ se traducía en ser un vago, cobrar sin trabajar como tanto ciudadano asistente de congresista, concejal de la Aguada, cuarto árbitro de un partido de fútbol o un astronauta virtual. O de los que no cobran porque tampoco hacen nada pero ‘viven sabroso’ como un estudiante del salesiano, un adolescente en Girón o un rector emérito de la Javeriana. O un padre como yo que no hago nada pero hoy ya sé que mis hijos me van a expresar su cariño con las manos vacías como Javier Estiben que no trabaja , es como un representante a la cámara por Guainía, que con sólo cinco años ayer me preguntó: ¡Hola, calvo¡¿ qué quiere de regalo mañana? Y yo, como no soy un vago para pensar, le respondí de inmediato: ‘Quiero de regalo que no me des un beso de esos que huelen, como los tuyos, a papas Margarita o a Bonice. No quiero un abrazo sudoroso de cotero de Centroabastos ni que me hables de tan cerca como para sentir tu aliento de Satanás enguayabado, de palabras de la Cabal o de crema dentífrica Colgate con treinta y dos años de vencimiento. Quiero de regalo que no me llamen del kínder todos los días a ponerme quejas de que de descalabraste a la maestra con una bola de billar, que le sacaste los ojos a un gato con un destornillador y que apagaste la veladora expuesta a la Inmaculada Concepción orinándote encima. Eso no te lo perdona ni Petro que es ateo.’
-Pero tú votaste por Petro dizque para vivir sabroso. Yo no vivo sabroso yendo al colegio y ese estúpido comunista quiere construír más. Qué contradicción tan notoria.
-Yo voté por Petro porque quiero vivir sabroso que no es comer papas fritas todo el día y chupar Bonice toda la noche. Vivir sabroso es vivir en paz con nosotros mismos y con nuestros hermanos de sociedad, que se cumpla ese contrato social que aunque no lo firmamos nunca está explícito, es de palabra madura. Vivir sabroso es una aspiración inalcanzable por lo rigurosa en su extensión, porque es un espejismo de los sedientos que ven un oasis en el desierto, pero es un sueño, una expectativa siempre latente y hay que sobrevivir, mientras tanto, con ella.’
-Papáááá…feliz día. Ya te oí y estoy de acuerdo contigo: hoy no voy al kínder a dibujar papás en una cartulina, papás que no se parecen a ti, me voy para Harvard no como estudiante sino como catedrático. Voy a pedirle a los máximos rectores que fundemos la cátedra ‘Vivir sabroso’ cuyo emblema y su lema serán su vigencia: Vivir sabroso no es ir todos los domingos a tirarnos de cabeza a una piscina sino también mirar todos los días hacia el futuro antes de tirarnos. La piscina puede estar sin agua’.’
No le pongo bolas porque quiero vivir sabroso.
¡Pááááá… vivir sabroso es lo mismo aquí que vivir en Franciaaaaaaa!’