¡Fiesta, empanada y aguardiente! Ese debería ser el slogan del negociante que gobierna la ciudad sumida en el caos, el desorden y la inseguridad.
¡Que gobernar es hacer! Dice el burgomaestre. Y sí, hacer fiesta, comer empanadas y tomar aguardiente. No le falta razón a nuestro lenguaraz y novísimo “caudillo” santandereano que por poco y logra convertirse en presidente de Colombia – insisto, lo fue virtualmente, por dos o tres días- No lo duden: ¡Nos gobierna un borracho!
Y como algunos borrachos, sabe hacer negocios, pero no gobernar.
Así lo demuestra el incremento de los índices de violencia e inseguridad en la ciudad frente a los cuales solo se limitó en sus ya casi cuatro años de gobierno a convocar consejos de seguridad, ofrecer recompensas tardías e inútiles y afirmar –hasta que le fue posible- que se trataba solo de una “percepción”.
Es notoria en la ciudad la ausencia de una política pública de prevención e intervención frente a esos temas generados en gran parte por falta de una estrategia pública para educar a la ciudadanía en la resolución de conflictos y la convivencia ciudadana.
La violencia y la inseguridad reinantes en la ciudad no se solucionan bailando cumbias, comiendo empanadas ni tomando aguardiente, se solucionan gestionando esos problemas sociales con una política de prevención e intervención temprana.
Es la consecuencia de haber elegido a alguien que no tenía la experiencia para gestionar una agenda pública para la ciudad y que pareciera ser solo vino a hacer negocios.
Cierto día le pregunté a Rodolfo Hernández por qué había escogido a Cárdenas como su candidato: ¡pero quien más, aquí se la pasaba metido rogándome que lo bendijera- Me contestó.
Ahora entiendo el porqué.
Quizá más preocupante que el desgobierno que nos gobierna, es la pasividad, el silencio cómplice de la prensa local, los líderes sociales y políticos de la ciudad y sobre todo, el de los concejales, diputados y congresistas del partido verde: Carlos Parra, Danovis, El profe Ferley, Giovanni Leal, Cristhian Avendaño y Fabian Díaz, esa nueva generación de políticos tan irreverentes y audaces frente a los dirigentes que no forman parte de su “rosca” pero tan silenciosos y sumisos con Cárdenas. Algo los debe tener muy contentos porque siguen muy calladitos.
Mientras la ciudad sigue sumida en el desgobierno, los grandes negocios fluyen desde el Club el Nogal de Bogotá hasta Bucaramanga, las cuotas burocráticas y la pauta hacen el resto: silenciar.
El negociante vino a eso, a hacer negocios y los está haciendo con la complicidad de todos y a costa del futuro de la ciudad. ¡y a nadie parece importarle!
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4 comments
Eso es muy cierto. Gracias por decir lo que la mayoría no podemos. Qué triste ver la ciudad como anda de mal.
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