Los científicos han descubierto que las picaduras de abejas pueden ser benéficas para la salud. Aunque dolorosa, la apiterapia es una terapia alternativa que usa el veneno de las abejas para curar graves enfermedades.
El 9 de enero de 2019 escribí una columna para Vanguardia titulada –“¿Rodolfo Presidente?” en la que advertía la posibilidad –para ese momento absurda- de que Rodolfo Hernández pudiera convertirse en presidente de Colombia, es cierto que hoy aún no lo es, pero está a punto de serlo.
-No es del establecimiento- me dijeron unos. –Ese viejo loco que va a ser presidente- replicaron otros.
-No lo dejan- -primero lo descabezan con la fiscalía o la procuraduría antes que dejarlo llegar- fueron los comentarios de avezados analistas.
Hoy cuando la ciudadanía de Colombia se ha pronunciado en las urnas de forma pacífica y masiva poniendo a Rodolfo en segunda vuelta con Gustavo Petro esa posibilidad que antes parecía absurda está a punto de convertirse en realidad.
Luego, en varias otras columnas también antiguas pero más recientes como “el viejo”, “entre polos y señuelos” o “Rodolfo y los políticos” advertí puntualmente que las condiciones para una eventual victoria de Hernández en la carrera por la presidencia estaban dadas, que un escenario de hastío por la corrupción, rabia contra los políticos y polarización ideológica, predispuesto en gran parte por el gobierno uribista de Duque, le eran propicios a un producto electoral como Rodolfo, que sin ser la mejor propuesta lograba presentarse como una respuesta a esos sentimientos. Eso y su capacidad para conectar con las emociones de la gente a través de una comunicación escueta y sin formalismos le hacían diferente, distinto a los políticos tradicionales y todos sus demás competidores lo eran.
El hecho de que esta campaña hubiese girado en torno a tres necesidades electorales fundamentales, o mejor, tres emociones centrales, le allanó el camino al ingeniero santandereano para posicionarse hoy como favorito a ganar las elecciones.
Esos tres ejes, que fueron: el rechazo mayoritario al uribismo, el miedo a un gobierno de izquierda y la necesidad urgente de un cambio hicieron que la campaña presidencial y las estrategias electorales se centraran no solo en ¿qué era lo que querían los electores en materia de empleo, seguridad, política energética, etc…? Sino en una pregunta fundamental ¿Quién podría derrotar a Petro? ¿Quién podría detener el avance de la izquierda?
Pues bien. Creo que esa última pregunta quedó resuelta ayer.
Uno no puede pelear con la historia –le dije ayer a mi hijo al conocer los resultados- la historia no se equivoca. Todo forma parte de un proceso histórico. Nuestro país es en su mayoría aún muy conservador para entender que la izquierda también puede ser una opción democrática válida, y aunque esa idea ha ido avanzando en los últimos años, creo que aún no hemos logrado superar el trauma que nos causaron las farc y el eln durante la guerra. Sucede como con el adulto que odia la sopa a sabiendas de que puede ser muy nutritiva sin entender por qué. No recuerda, que de niño se la hicieron tomar a la fuerza, con violencia, causándole miedo terrorífico. Por eso la odia. Algo similar le ocurrió a alguna generación de estudiantes con las matemáticas. Es entendible. Ni la sopa ni las matemáticas son perjudiciales. Aunque la primera es una muy buena opción para alimentarse y las segundas un excelente camino para abordar el conocimiento, a muchos les seguirán resultando inexplicablemente asquerosas y terroríficas. Es la consecuencia de lo que los psicólogos llaman: “el evento traumático”. Y Colombia tiene el suyo.
No veo de donde Petro pueda crecer, o como dicen ahora “arañar votos”, pues los votos de Federico Gutierrez y gran parte de los de Fajardo se irán con Rodolfo, por odiar a Petro los de Fico y por temerle los de Fajardo. Su única posibilidad es que convenza a dos millones y medio de nuevos votantes lo cual parece muy improbable.
Así pues, una mayoría de colombianos persistirá algún tiempo más en rechazar a la izquierda tanto como algunos a la sopa. Eso han dicho en las urnas, prefieren seguirse alimentando con hamburguesa, pizza y perro caliente. y es válido.
Respecto del conocimiento, está claro que prefieren las redes sociales y el internet a las matemáticas y aunque puede que a algunos eso no nos parezca lo mejor, es lo que escogieron y así es nuestra democracia, por ahora.
Espero sí, que en esta ocasión no estemos saltando al charco del cocodrilo por huir de las abejas.
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