Siete meses y medio después de que el Presidente de la República presentara la terna para elegir nuevo Fiscal general, por fin la Corte Suprema de Justicia, -luego de la inesperada renuncia de una de las ternadas que dejó muchos interrogantes por las razones que someramente anticipó motivaron su dimisión- eligió a la jurista Luz Adriana Camargo como nueva Fiscal General de la Nación, acabando así con la incertidumbre y la inestabilidad institucional provocada en gran parte por la dilación injustificada de dicha elección por parte del máximo tribunal de la justicia ordinaria que se tomó todo ese tiempo para -según ellos- estudiar las hojas de vida de las candidatas.
Se acaba así el que quizá sea el mas oscuro y vergonzoso episodio de esa institución en toda su historia.
Lo escribo porque ni los también ineptos y corruptos encubridores de Luis Camilo Osorio o Mario Iguarán, ni siquiera el risueño Néstor Humberto Martínez con todas sus mañas e intereses lograron superar en servilismo, mediocridad, abuso de poder, politización de la justicia, impunidad, soberbia y estupidez al detestablemente célebre Francisco Barbosa.

Sin duda alguna, el peor y mas mediocre fiscal general de la historia de esa institución.
Una institución totalmente desacreditada, politizada y corrupta por cuenta de quienes la han dirigido desde la capital y la siguen dirigiendo en las regiones.
Un fortín del clientelismo y la politiquería mas rancia que pueda existir, cuyos cargos directivos y delegaciones mas importantes son en su mayoría cuotas de gamonales, políticos corruptos y magistrados clientelistas que tienen allí nombrados en provisionalidad a sus amantes, parientes y amigos sin ningún mérito ni competencia para ocupar esas dignidades.
No es casual entonces que la fiscalía pierda mas del 80% de los casos, que sea la entidad que menos respeta las listas de elegibles provistas por los concursos de méritos y la que tenga mas funcionarios en provisionalidad en cargos con vacancia definitiva con listas de elegibles vigentes que simplemente se pasan por la galleta violando la ley de méritos.
Un ente que no está sirviendo para lo que fue creado: perseguir el delito y lograr su sanción. Un órgano persecutor que solo sabe investigar homicidios, lesiones personales, hurtos de poca monta y dosis personales y para la que el resto del código penal pareciera no existir.
Las amenazas, las riñas entre vecinos, el acoso de exparejas, tienen como respuesta algo mas o menos como: “¿lo amenazaron? espere que lo maten y ahí si investigamos, por ahora ahí no hay nada, vaya con la policía” … y la policía los devuelve. Un verdadero carrusel de impunidad y falta de prevención del delito, una burla al ciudadano. Como decir: si quiere que investiguemos una amenaza esperemos que se cumpla. ¡Absurdo! Muchos feminicidios han recorrido esa cacareada e inservible ‘ruta de atención temprana’ de la que tanto presumen las autoridades en sus inútiles ‘consejos de seguridad’ y que no es mas que una farsa.
Una institución podrida hasta los tuétanos, inepta, que atropella al ciudadano de a pie y a los abogados, desde la entrada a sus búnkeres, a donde casualmente tienen prohibido el ingreso de teléfonos celulares a usuarios y abogados, como solo ocurre en las cárceles y en algunos despachos de gobierno, donde solo los funcionarios pueden ingresar estos dispositivos, quizá no tanto para evitar que se filtre información -que siempre la filtran a los medios a conveniencia- sino para que nadie de afuera pueda probar todo lo que ocurre al interior de esos elefantes blancos en cuyos despachos casi nunca hay nadie -excepto los judicantes que parecieran ser los únicos que trabajan- ni fiscales, ni asistentes, ni investigadores, (todos están en juicio a esas horas) y que los que fortuitamente están, usualmente estén echando tinto y chismorreando dentro de sus respectivos despachos, al tiempo que si algún usuario logra acceder, le contestan que tienen 500 investigaciones por leer. Pues claro ¡Así cómo!
Si alguien quiere saber todo lo que no debe ser y cómo no debe funcionar una institución pública, que vaya a alguna fiscalía, intente poner una denuncia, averiguar por el estado de un proceso o simplemente hablar con algunas de las “majestades” que ocupan las fiscalías delegadas. Es mas fácil ser atendidos por un alcalde, un gobernador o el presidente que por alguno de estos reyezuelos. Claro que hay excepciones, pero como todas ellas, son muy pocas.
Olvidan que somos los ciudadanos los que pagamos su sueldo con nuestros impuestos.
Un Ejemplo es la fiscalía de Floridablanca, en donde a los usuarios de la justicia (usuarios y abogados, allá no les dicen usuarios: sino “público”) ni siquiera se les permite el ingreso a las instalaciones y donde el vigilante hace las veces de fiscal de atención temprana diciendo a priori con rigurosa oralidad qué es delito y qué no, al tiempo que remite a los usuarios a la policía y a las inspecciones policivas resolviendo de facto conflictos de competencia.
La cultura del “le toca que” impera allí. Le toca que espere. Le toca que vuelva después. Le toca que haga la fila, le toca que espere que lo citen, le toca que ponga la denuncia por la página web porque aquí se le demora, no le podemos recibir las evidencias porque de pronto se nos pierden, entonces espere 6 meses a que un investigador del CTI o un asistente de fiscal o un judicante lo cite para que las entregue. Ocho dias después el fiscal de filtro o de atención temprana (que en la mayoría de los casos resulta ser un acucioso especialista en demeritar denuncias y archivar investigaciones) archiva la investigación con el argumento de que no existen evidencias.
Así funciona hoy ese adefesio de la justicia llamado Fiscalía General de la Nación y la salida de Barbosa -pienso- no bastará para cambiar en cuatro años la mentalidad y la visión de los funcionarios de esa malograda institución que ven en el usuario de la justicia a alguien molesto e incómodo, quienes no entienden aún que el pueblo clama por justicia y que ellos están allí para ayudar a dársela.
Así pues hay mucho por mejorar, casi todo, desde la visión y entendimiento que del servicio público tienen sus funcionarios que tal y como ocurre con un cáncer en órganos vitales está enquistado en sus mentes.

Una restructuración total le vendría bien a ese hipopótamo, viejo, lento, grande, pesado y enfermo de gangrena llamado fiscalía.
Hay Fiscales muy buenos y competentes, pero son una minoría y saben que lo que escribo aquí es cierto, pero si se atreven a denunciar los trasladan para el Catatumbo, Leticia o Puerto Leguízamo en el Putumayo, como le pasó a la fiscal Angélica Monsalve. Todo mi respeto y consideración para ellos, que día a día en los estrados judiciales enaltecen la justicia y el servicio público.
Por ahora pienso que debemos celebrar que el inepto y prepotente Barbosa no haya logrado perpetuarse en el poder a través de su podrida mano derecha.
Por eso y mucho más y porque a todo reyezuelo todo honor, pienso que debemos despedir a Barbosa como se lo merece, con un emotivo y sentido saludo de despedida digno de un personaje como él y créanme que por mas que busqué no encontré uno mejor que éste:
¡Chao Cretino!
1 12335 Me gusta
1 comment
Muy excelente su artículo.