“Peinar” a alguien equivale en las redes sociales a contradecir con autoridad los argumentos de algún interlocutor al punto de hacerlo ver ridículo, inveraz, absurdo o contradictorio. A desvirtuar por completo la afirmación o la credibilidad de alguien que acaba de hacer o decir algo absurdo.
Cuando escuché por primera vez las palabras “peinar” y “peinada” significando lo anterior, inmediatamente vino a mi mente la imagen de aquella clásica escena de “Chespirito” en la que “El Botija” exasperado por la imbecilidad del “El Chómpiras” su compañero de fechorías, le quitaba la gorra con ceremonial paciencia para cuidadosa y delicadamente peinarlo con su peinilla que sacaba de uno de sus bolsillos para luego propinarle una cachetada de tal magnitud que conseguía dejar aturdidos incluso a los que veíamos la escena.
Pues bien, hace poco Rodrigo Parada, el renombrado abogado penalista que ahora es también destacado columnista, le pegó una “peinada” en vivo y en directo al concejal Carlos Parra justo cuando este último daba una entrevista a los medios de comunicación en la que afirmaba que la fuga de alias “Pichi” – el peligroso delincuente recientemente absuelto y liberado por una juez por falta de pruebas y que luego de una nueva orden de captura se fugó- era responsabilidad del alcalde de Bucaramanga Jaime Andrés Beltrán.
Parada quien es especialista en derecho penal y por tanto conoce al dedillo los procedimientos de captura y recaptura, optó por controvertir al concejal durante la entrevista, al punto que los periodistas que entrevistaban inicialmente a Parra terminaron entrevistándolo a él, quien uno a uno, con argumentos y con pruebas logró en menos de tres minutos derribar completamente las afirmaciones que hacía el concejal dejándolo, por decir lo menos, y para no decir, “peinado”, en ridículo.
El togado logró demostrar que las afirmaciones del concejal Parra faltaban a la verdad y que Pichi no se fugó ni fue advertido por las declaraciones del alcalde sino que para ese momento ya conocía su situación jurídica pues había sido notificado e incluso ya había interpuesto un recurso judicial.
La reacción del concejal Parra evidentemente expuesto y confundido al ver rotundamente desacreditadas en público sus procaces y apresuradas afirmaciones fue la de victimizarse luego en su twitter diciendo que era objeto de una persecución.
No es la primera vez que el concejal Parra es desmentido en público.
Lo cierto es que el incidente fue literalmente eso: una peinada, de las varias que vienen padeciendo quienes desde ya hace un tiempo adoptaron como única forma de hacer política, la bulla, el escándalo y la denuncia procaz y sin pruebas. Un grupo de jóvenes políticos que por ese estilo alterado y arrabalero ya se pueden calificar como “los bulliciosos” pues hacen mucho ruido en redes sociales con afirmaciones como esta solo para captar votos pero que en materia de gestión y resultados, poco.
Por ahí deambulan varios otros con ese mismo estilo, con girasoles, zancos y gritería peluquera, como por ejemplo el senador Fabian Díaz que ahora dice defender el agua de Santurbán pero que en el pasado fue captado en unas fotografías en campaña entregando regalos de navidad a los niños de sus votantes con el patrocinio de Minesa, (La empresa que quiere explotar el Páramo). ¡irónico no!
Casualmente son los mismos que que vociferan y gritan visiblemente alterados – ¿o perturbados?- que pontifican y dictan catecismo y ética sobre transparencia y anticorrupción al tiempo que tienen por jefe a Name y a Carlos Ramón Gonzalez uno de los personajes mas cuestionados de la política de Santander y ahora del país por cuenta del escándalo de corrupción en la UNGRD.
Ese estilo de hacer política de algunos, que recurre a la calumnia, la provocación personal y el ruido contra sus contradictores políticos para llamar la atención y así captar voto incauto, paulatinamente ha venido perdiendo credibilidad pues con cada salida en falso la ciudadanía se ha ido dando cuenta de que ya no se les puede creer, pues la mayor parte de lo que afirman es solo eso: ruido.
La moraleja es que hay que ser mas rigurosos y cuidadosos con lo que se dice o afirma en público, especialmente cuando se es figura pública, no podemos hacer del debate político un debate de calumnias y mentiras, pues se corre el riesgo de que ocurra lo que al Chómpiras le sucedía cada vez que la embarraba.
Desde ya me declaro preparado por cuenta de esta opinión para la calumnia, el infundio soterrado, oculto, encapuchado y subrepticio y para el ataque personal de las bodegas en redes sociales de los que hacen política de ese estilo, que para mi gusto personal resulta igual o más repugnante que el otro que tanto critican. Como dice un amigo: ¡Benditas Almas!
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