Estoy casi seguro de que muchos de quienes conocimos a Rodolfo Hernández en algún momento llegamos a pensar o que en él habitaban dos Rodolfos o que simplemente estaba loco.
Uno era el viejo dicharachero, inteligente y amoroso con sus hijos que convencido de su lucha contra la corrupción decidió un día declararle la guerra a una clase política corrupta, esa misma que fue su socia y de la que un día se cansó de pagarle tributo y rendirle pleitesía, que lo llevó en sus últimos años a declararle una guerra abierta que por poco lo lleva a ser presidente de Colombia.
El otro, era el hombre de negocios gustoso de la plata, pragmático, implacable y lenguaraz, agresivo en su lenguaje, obstinado y prepotente, casi necio; el mismo que en cierta ocasión ofendido por las acusaciones contra uno de sus hijos sacó un tramojazo y se lo puso en la cara a un concejal de Bucaramanga.
Ese incidente lo sacó de la alcaldía luego de ser suspendido de su cargo por la procuraduría.
Pero mas allá de su evidente trastorno de personalidad, de él hay que decir que pese a que su gobierno fue todo un desastre administrativo, logró partir en dos la historia política de Bucaramanga y estuvo a muy poco de hacerlo también en el país y luego en Santander.
En el país de no haberse asustado con la posibilidad de ser presidente y en Santander por su enfermedad y su proceso judicial por el caso Vitalogic que sus enemigos políticos supieron moverle muy bien para sacarlo de carrera.
Lo escribo porque aquí en Santander han habido y hay casos mucho mas graves de corrupción y con muchas mas pruebas sin que nunca pasara nada y aún no pasa nada. Debe ser la primera vez que la justicia y la procuraduría condenan a un gobernante con base solo en indicios y resulta curioso -por decir lo menos- que precisamente haya sido a un ‘outsider’ que no formaba parte de esa clase política que hasta hoy controla la justicia y los órganos de control.
Siempre pensé que de haber podido competir por la gobernación habría sido gobernador. No había nada que hacer. Una cosa era esa elección con él y otra muy diferente si no jugaba.
Fue Rodolfo quien desterró del concejo de Bucaramanga a una generación de políticos emergentes, iletrados y clientelistas criados por el ex alcalde Iván Moreno -llamado por algunos “Nerón” por el incendio del edificio de la alcaldía, a la postre condenado por corrupción- que luego se aliaron con alcaldes corruptos parcelando la alcaldía y apoderándose de feudos políticos en los que cobraban desde el diezmo hasta el derecho de pernada a sus contratistas haciéndole un gran daño a la ciudad durante muchos años. A esos no los dejó volver a oler el poder, tal y como prometió hacerlo y lo cumplió.
Ese mal necesario, ese desastre de gobernante llamado Rodolfo Hernández logró renovar el concejo en buena parte y devolverle a la ciudad la esperanza de renovación de los liderazgos políticos.
De alguna manera le hizo un bien a la ciudad. Con todos sus errores.
Por eso sus enemigos lo odian, incluso después de muerto. No le perdonan que los haya enviado al destierro político.
Aunque no tuvo un proyecto político con una ideología y estructura clara, logró con el solo culto a su personalidad y su discurso monotemático de “sacar a los ladrones” de la política, interpretar en cada coyuntura electoral lo que la gente quería escuchar, sin embargo, esa que fue su fortaleza también fue su debilidad.
Él mismo sabía que no sabía de otro tema. Quizá se imaginó Rodolfo siendo presidente de Colombia tener que dar un discurso en la ONU o en la OEA o manejar las relaciones internacionales y se asustó, de hecho, tenía un gran olfato para saber quien era inteligente y quien no, respetaba la inteligencia, probablemente lo único que lo hacía agachar la cabeza. En el fondo era humilde ante la inteligencia.
Alguna vez me llamó muy temprano en la mañana, luego de leer una muy dura columna que yo había escrito criticando su gobierno y me dijo que aunque no estaba de acuerdo, respetaba mi opinión.
A diferencia de muchos críticos suyos, y aunque en muchas ocasiones critiqué duramente su gestión, probablemente mas que ningún otro columnista, nunca recibí un insulto de su parte y eso me causaba impresión.
De ahí en adelante hablábamos muy seguido y extenso por teléfono, y se ponía a contarme historias de como había logrado hacer su fortuna. Siempre llevaba la contraria, por eso al final opté por solo escucharlo.
“El diseño Isaí, la clave es el diseño” -Me dijo un día- Tanto en la construcción como en la política.
Y sí, en el fondo, mas que un exitoso hombre de negocios, fue eso, un gran diseñador, desde apartamentos hasta discursos políticos.
Con esa idea tan básica y simple de “sacar a los ladrones” casi llega a ser presidente de Colombia y pienso que no lo fue porque no quiso, porque creo que se asustó con esa responsabilidad. El sabía hasta donde podía llegar. Creo que no hubiera soportado tener que gobernar a Colombia desde la casa de Nariño y no desde su parcela en Piedecuesta o su apartamento en Cabecera del Llano.
Aún así pienso que Rodolfo es un fenómeno de la política que merece ser estudiado desde la ciencia política, el marketing político, la neurociencia y la sicología social.
Un día, estando por terminar su periodo como alcalde, y preparándose para elegir sucesor, me llamó muy temprano en la mañana como era su costumbre y me citó en el café Momma en el centro comercial Cabecera Cuarta Etapa de Bucaramanga.
Durante la charla que se extendió por casi dos horas, me contó que Angela Patricia Janiot no había aceptado ser su sucesora con su apoyo, luego me preguntó que quién creía yo podría ser un buen alcalde para sucederlo. Le contesté que no sabía. Que no veía a nadie. Me dijo ¿pero quién Isaí? …y luego sacó una frase con su estilo desparpajado que me convenció de que estaba loco, me dijo: …“Usted Huevón” -me quedé callado y sonreí-
Hasta hoy no se si Rodolfo me estaba mamando gallo o hablaba en serio, luego cuando Cárdenas ganó la alcaldía con y por su apoyo, pensé que probablemente ese día sin saberlo había dejado pasar la oportunidad de ser alcalde de Bucaramanga, porque cualquiera que en ese momento dijera Rodolfo habría sido elegido.
¡De la que nos salvamos!
Que en paz descanse Rodolfo.
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1 comment
Le dio culillo
Jajajaj 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣