No quiero ser pesimista pero pienso que Bucaramanga y Santander están hoy ‘en el peor de los mundos’. Como dijo el ‘gringo’: ‘estamos fregados’.
Lo escribo porque revisados los nombres que suenan para competir por la alcaldía de Bucaramanga y la Gobernación de Santander, son muy escasos los liderazgos serios y preparados para asumir el mando de la ciudad y el departamento y sobre todo: porque por sus antecedentes, relaciones políticas y familiares e indicios pueda uno concluir que tengan buenas intenciones para gobernar. El futuro de un político es su pasado.
Pero los candidatos sobreabundan. Cerca de 23 aspiran a gobernar Bucaramanga y calculo que no menos de 6 (ya suenan cuatro) competirán para gobernar a Santander.
Se encuentra de todo: desempleados; fracasados: vividores de ‘la teta’ del Estado; politiqueros profesionales; irreverentes y escandalosos influencers; charlatanes; ‘outsiders’; camaleones políticos; infiltrados de la política desprestigiada, comodines, gallos tapados; contratistas-empresarios sin ninguna experiencia en lo público con ganas de hacer negocios con el presupuesto de la ciudad; manzanillos; licenciados; embaucadores; ‘líderes’… de barrio; algunos de ellos políticos pensionados, de salida, en uso de mal retiro y con ganas de reencaucharse, otros, huérfanos de poder, de sus desaparecidos caudillos y padrinos políticos; delfines opacos, sin ningún brillo, carisma ni liderazgo propio, que atenidos a las amistades y relaciones de sus extintos e ilustres progenitores esperan recoger por herencia ese liderazgo; mancebos de poderosos; resucitados por el Consejo de Estado -el mayor resucitador de cadáveres políticos en Colombia-; esposas, amantes, primos, hermanos y cuñados de políticos tradicionales condenados o señalados por corrupción; dentro de ese último grupo unos que ya gobernaron y resultaron sancionados, condenados o señalados de promover la corrupción y otros que diciendo luchar contra este mal llegaron, gobernaron y resultaron todo un fiasco como administradores, como gestores de los problemas públicos y como líderes políticos.
Bucaramanga y Santander padecen hoy una crisis de liderazgo que no es un mal de ahora, sino de tiempo atrás. Que hoy tengamos por alcalde a un señor que aún no sospecha lo que es gobernar una ciudad ni gestionar sus problemas mas elementales y por gobernador al menos adelantado de los tres Aguilar, son claros indicios de ello, al punto que me han hecho reflexionar seriamente sobre ese dicho que dice que ‘a los bobos se les aparece la virgen’.
Pareciera que el dilema electoral fuese: o elegimos a un politiquero con experiencia en robar y repartir pero también en administrar; o a un charlatán inepto que no hará las dos primeras pero tampoco la tercera. Mejor dicho: nada. No se sabe que es peor, si el remedio o la enfermedad.
Algunos añoran el retorno al poder de la ciudad de la política tradicional, por sus prebendas y repartijas que los dejarán contentos a todos, incluidos a los periodistas que viven de la pauta publicitaria; otros quieren un cambio al precio que sea. Ni lo uno ni lo otro es responsable con la ciudad.
Mientras tanto muchos de los que hoy aspiran fueron cómplices y promotores de la debacle que hoy padece la ciudad por el camino de la charlatanería, del populismo anti corrupción y la soberbia con que gobernaron la ciudad desde el Club del Comercio, desde sus apartamentos, descrestados por la ‘falsa sabiduría’ de sus núbiles asesores y jefes de gobernanza, de su ‘kinder’, de arriba hacia abajo, desconectados de la realidad y de la ciudadanía, pero muy conectados con los ‘cacaos’, los negociantes de la ciudad, los mercaderes de la ‘Bella Villa’, los dueños del lote, del hospital, de la universidad, de las obras, de los contratos, por citar solo dos ejemplos: Metrolínea y las Ciclorrutas.
Estamos fregados dijo el gringo, y pareciera que sí… ¡con estos candidatazos!
0 37827 Me Gusta