Una de las enfermedades visuales más comunes es la miopía, que consiste esencialmente en la incapacidad de ver claramente los objetos lejanos.
Personalmente la padecí desde mi infancia, más o menos desde los ocho años de edad, época en que la adquirí supongo que por causa de haberme devorado un poco antes de cumplir esa edad con deficiente luz la biblioteca de mi padre, Pedro Elias Fuentes, un pastor evangélico graduado en el Seminario Teológico de Ocaña, de ideas liberales, asiduo lector y escritor de varios libros, lo que a la postre le costó su expulsión de la denominación evangélica norteamericana La Alianza Evangélica de Colombia a la que pertenecía y de la cual llegó a ser su director nacional en Colombia , esencialmente por apartarse en sus textos de los dictados teológicos de sus jefes norteamericanos.
Fue gracias a una cosa que se llamaba el “Círculo De Lectores” que cada 15 dias mi padre compraba un nuevo libro con el que logró conformar una nutrida biblioteca personal y familiar con toda clase de textos sobre teología, filosofía, novelas e historia…mucha historia.
Siempre me llamó la atención de mi padre que no solo leyera la biblia sino también filosofía e historia, fue de él de quien aprendí a cuestionar toda “verdad y autoridad” y a no tener ídolos de ninguna clase. Tanto a él como a mí eso nos costaría.
Así fue como adquirí tempranamente el gusto por la lectura y en especial por la historia, antes de cumplir diez años, ya había leído la biblia completa unas cuatro veces, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, pues era costumbre familiar que antes de irnos para el colegio, a eso de las 5 de la mañana todos los días, la familia toda, mis padres, mis tres hermanas y quien escribe, hiciéramos “voluntariamente” un devocional sentados soñolientos y envueltos en cobijas -por esa época en Bucaramanga a esa hora hacía mucho frío- sobre el gran lecho matrimonial que era como la capilla familiar y en el que cada mañana leíamos un capítulo de la biblia y orábamos para luego desayunar e irnos cada uno a nuestras labores.
De hecho había aprendido a leer leyendo las historias de intriga y componendas políticas en los libros bíblicos de Esther, Samuel, Crónicas y Reyes que eran mis favoritos, de igual forma mi primer contacto con el derecho fueron los libros de Números, Levítico y Deuteronomio del pentateuco bíblico. Créanme, las historias allí consignadas son mejores que cualquier serie de Netflix o Amazon Prime.
Años mas tarde en el Colegio Santander y la UIS aquél inadvertido ejercicio represivo y adoctrinante de mis padres me convertiría en un recalcitrante ateo y de paso en el mas ácido y agudo crítico de las religiones y sus pastores, para luego por cuenta y experiencia personal volver a ser creyente, como hasta hoy. Pero ya no en religiones ni en dioses ni en doctrinas que dividen y separan al hombre y provocan discusiones vanas y guerras fratricidas sino en el Dios que personalmente me encontré un día al igual que Pablo -por su gracia- “cayéndome del caballo camino a Damasco”, el “Dios no conocido” que tuvo la infinita gracia de dárseme a conocer de manera personal tal y como yo se lo había pedido.
Afortunadamente, y luego de sufrir durante muchos años el “silicio” de las gafas que aunque no me impidió hacer toda clase de actividades si me convirtió en objeto de bullyng por parte de algunos compañeros vecinos y de colegio pues gracias a que en verdad sus lentes eran mas gruesos que el culo de una botella, me hicieron en aquella época parecerme mas a Hirohito o al Gato Cósmico (así me decían en el Tecnológico) que a John Lenon y ganarme el usual apodo de “cuatro ojos” pude en el año 2013 gracias al avance de la ciencia oftalmológica quitármelas con una cirugía láser que me permitió recobrar mi visión al 100%.
Luego de contarles cómo y porqué fue que me volví miope, paso a decirles porqué que pienso que no solo existe miopía visual, sino también miopía política.
Hace poco revivió en Bucaramanga el debate sobre la iniciativa para unificar los municipios de Bucaramanga, Floridablanca, Girón y Piedecuesta, propuesta que fue promovida entre otros por el alcalde de Bucaramanga Jaime Andrés Beltrán y en el congreso de la república por el representante a la cámara por Santander Alvaro Rueda, de la casa política del senador Jaime Durán Barrera.
La iniciativa obedece a la necesidad de hacer frente a problemas públicos como la seguridad y la movilidad que ciertamente son problemas no solo de Bucaramanga sino de todos los municipios del área metropolitana, lo que permite calificarlos como hechos metropolitanos, que sin las herramientas legales, jurídicas y administrativas adecuadas impiden coordinar adecuadamente sus posibles soluciones, pues por ejemplo de nada sirve que el alcalde de Bucaramanga tome unas medidas para intentar solucionarlos si pasando el puente de Provenza rige otra ley.
Por su parte los alcaldes de Floridablanca, Girón y Piedecuesta manifestaron unos su rechazo rotundo y otros con un poco de cautela política recibieron la propuesta con reservas y reparos, pero en general puede decirse que todos la rechazaron.
La creación de un Distrito Metropolitano, implicaría una importante reducción del presupuesto de esos municipios y por ende, del gasto público, esencialmente de su burocracia, es decir, de los puestos, cargos y contratos públicos que podrían realizar esos alcaldes, palabras mas palabras menos, esos alcaldes verían mermada su capacidad para nombrar y contratar, que como sabemos es el botín de todo alcalde.
Por lo visto, falta mucho camino por recorrer, mucha tela por cortar, mucho pelo para moño, para que la región metropolitana sea una realidad para por ese camino intentar solucionar los problemas comunes que nos aquejan como la inseguridad y la movilidad.
La miopía política de nuestra dirigencia no les permite ver a largo plazo y entender que solo unidos como Región Metropolitana podremos resolver los serios problemas que enfrentamos como municipios conurbados, con problemas conurbados pues lastimosamente pueden mas la politiquería, el clientelismo, los egos políticos y los intereses burocráticos y económicos de nuestra dirigencia política regional que el interés común de los habitantes del área.
Habrá que buscar soluciones y salidas democráticas, para consultar a la ciudadanía con efecto vinculante sobre si creamos o no el distrito metropolitano.
Por ahora solo una entidad con pocos dientes y bajo presupuesto por obra de las disputas politiqueras desde la CDMB por el presupuesto de la sobretasa ambiental, como el Area Metropolitana de Bucaramanga, podría cumplir un papel similar, pero para ello falta voluntad política de algunos alcaldes.
Lo cierto es que actuar coordinada y unificadamente como región para enfrentar efectivamente los problemas que nos aquejan no es una posibilidad sino una obligación.
Una cosa que podría ayudar mucho sería el liderazgo que en ese puntual aspecto podría aportar y asumir el Señor Gobernador de Santander, el General Juvenal Diaz Mateus, el único que pienso sería capaz de sentar a los alcaldes a la mesa para dialogar sobre el futuro de la ciudad región. Esa sería una Acción Unificada ejemplar y en especial una cirugía política efectiva y de alta precisión contra la miopía que parecen padecer algunos de nuestros dirigentes.
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1 comment
Excelente, jaja nuestra historia!!!!