Entrevista a un Búcaro

Paseando por las calles de Bucaramanga me encontré de pronto con uno de sus mas antiguos y tradicionales habitantes. Un Búcaro de pura cepa a quien no quise desaprovechar la oportunidad de entrevistar.

Dependiendo de su tamaño, de sus años, sin conocer si su voz es estentórea, hosca, tierna o candorosa, nos ocasiona un pequeño trauma en la armonía síquica como son todos los momentos de incertidumbre. Debe ser algo así como transarse en una charla íntima con un bebé de brazos.

Al primer Búcaro lo encontré muy solitario en una mañana opaca, con rocío, en un solar antiguo y rodeado de esculturas de Ramírez Villamizar y las Custodias de Ricardo Gómez Vanegas. Es en el Museo de Arte Contemporáneo de Bucaramanga, MAMB, un edificio viejo con mucho de arquitectura republicana que acoge a este único desde tiempos sin memoria y es tal vez el solitario más solitario y encerrado entre paredes que existe en la ciudad pues en los exteriores, en los frontis de las casas pasadas de años la expansión de sus inmensas raíces superficiales hubiesen socavado sus tapias y habrían forrado sus aceras con su voracidad ilimitada hasta la mitad de la calle.

Me le acerqué cauteloso y precavido pues la vegetación y el barro de tierra oscura estaban tan resbalosos como la vía a Santa Helena del Opón, jabonosa por el clima húmedo de esa mañana.

-‘Ya sabía que venía’- me dijo a manera de saludo. Su hablar es muy pausado y parece el paso de un aire lento.

– buenos días-  le respondí extendiéndole mi mano a su ramaje más bajo. – ¿Y por qué sabías que venía?-

 – Como tengo veinticinco metros de estatura te vi en la calle por encima de estas tapias tan viejas como yo. Ya te conocía porque has estado aquí varias veces.-

 – Quizá no sea muy indiscreto preguntarte cuántos años tienes.-

 – No lo sé con certeza. Tendríamos que consultar en la Registraduría Colonial del Estado Senil.-

 – ¡Ufff..! Tienes años entonces-  le digo aturdido.

 – Tengo como diez hermanos no muy lejos de aquí, en el parque La Flora. Tal vez ellos sí tengan datos. Puedes ir tú porque como notas, no puedo ir muy lejos. Jeje.-

 – Iré, claro que sí. ¿Y por qué te llamas Búcaro?

 – Mi nombre es Etythrina y mi apellido Fusea, Erythina Fusea. Búcaro es mi apodo, sobrenombre o mote, como diría don Juan Gossaín que parece que ese señor tiene en su lengua un diccionario de sinónimos. Y en el himno a Bucaramanga estoy con mi apodo: ‘búcaro en flor’,dice.-

 – ¿Y quién te puso ese apodo?-

 – Probablemente fue  el cacique Bucarica o uno de sus plebeyos o alguien de su cuadrilla de chitareros. De su nombre viene el de Bucaramanga. ‘Bucar’ es señor y ‘amanga’ casa: ‘Amo y señor’, en resumen.

Está de un semblante pleno de orgullo cuando me cuenta que en su homenaje el cabildo municipal estableció el día 19 de abril de cada año como el día del búcaro pues es su árbol emblemático. No era para menos en un territorio que era llamado ‘la meseta de los búcaros’.

En esa fecha nació el ilustre botánico Juan Eloy Valenzuela Mantilla. También es un homenaje a él que anduvo por el territorio nacional como un expedicionario temerario por las selvas que en esas épocas existían, en busca de hojas de crisantemos, de guásimos y otras yerbas benditas y también de las otras.

Veo que de don búcaro brotan de su tronco áspero, rugoso y recién perfumado por los vientos frescos del ambiente unas especies de dedos gordos con espinas a manera de aguijón, ponzoñosas, que en su conjunto parecen los dedos de Godzila en pequeña escala.

-Es para evitar tanto depredador, pero en cambio en mi copa anidan las aves cantoras y se paran a desplegar sus alas los chulos que semejan un cristo negro, un espanto, pero no, son avechuchos tranquilos que tan sólo quieren secarse esas partes tan aerodinámicas.

-¿Tú floreces? ¿De qué color son?, no te veo ninguna

Se sacude un poco la llovizna minúscula pero pertinaz y siento que me mira con sus opacos ojos verdes y me responde: ‘Llegaste muy temprano o muy tarde. Por estas épocas no estoy tan fértil. Son pequeñas y no son de un solo color. Parecen la bandera de un país africano, son alargadas y tienen la apariencia de un insecto cuando caen al piso. Poseen unas alas tremendamente amarillas, elevadas, casi rectas apuntado al cielo, y las otras son de un naranja pálido y las escarlatas de un coral intenso, más que brillante. Creo que el dios de la naturaleza las creó a su imagen y semejanza, a pura mano, en una labor de artesanía únicamente para regalármelas a mí. Parecen una ensoñación’ , y me sigue hablando con vanidad , con engreimiento que solo lo he visto y oído en la voz caudalosa de Amparito Grisales.

  – Tus raíces son muy alargadas, le digo. –

  – Y rastreras, como las ves. Y son muchas tal un pulpo gigante prehistórico o la cabeza de Medusa. Me dan de beber mucha agua y la retienen también en abundancia para evitar desbordamientos en los campos. En tiempos difíciles de verano la van liberando despaciosamente con lo cual ayuda a mantener los ríos en su nivel de siempre. Yo no puedo hacer mucho en estos encierros urbanos. Me gustaría que mis raíces fueran útiles en las áreas rurales pues los microorganismos que contienen mantienen las tierras fértiles. Además, sirven para contener el derrumbamiento de los taludes. Por aquí somos tan inútiles como un tiple en un basurero, me especifica con una risa más que tristona.-

Continúo nuestra charla amena y entonces le planteo inquietudes de otro talante ahora que caigo en la cuenta de que es poseedor de un humor radiante.

Antes de proseguir me manifiesta que su enclaustramiento irremediable no es por la pandemia ni por su inmovilidad que no es del todo porque se mueve hacia arriba, hacia los lados y hacia abajo o si no ‘¿cómo carajos hice para haber crecido tanto?’

-Aquí como me ves mantengo en permanente funcionamiento un dron en mi espíritu que me permite ver al vuelo toda la ciudad y sus municipios satélites. No filmo nada pero las imágenes quedan grabadas en mi alma profunda, de ser bien animado.

– Qué interesante. Y cuéntame de lo que más te ha impactado de esas vivencias sobrevoladas.

Piensa unos instantes antes de dejarse venir con una parrafada que parece interminable: ‘Lo que impacta son cosas disímiles como las que causan desazón, desesperanza, tanto como las que nos llenan de júbilo, de bienaventuranza. Empiezo con lo tragicómico: los candidatos a lo que sea que copian los discursos de Cantinflas pero sin pagar derechos de autor pues los echan mejorados, es decir, más incomprensibles. Los más pobres ciudadanos se quedan con la boca abierta de lo absortos hasta que deciden votar por el ilustre doctor que algo digno de su importancia tuvo que haber dicho. Aplausos pues en la largométrica letanía también hay algo entendible: que hay tejas y tamales también para todos. Los asuntos gratos: ver la felicidad de un niño estrenando balón de caucho en el barrio Las Olas; la niña radiante porque le regalaron de cumpleaños una diadema rosada también de plástico en su casa- que es un decir- que está ubicada en los bordes de la erosión en el barrio La Feria; el asombro supremo de los habitantes de cualquier sitio casi inhóspito porque después de cuarenta años de promesas les pavimentaron veinte metros de calle. Y pudiera seguir hablando de tanta felicidad y tanta desdicha pero en este momento se me acaba de secar la savia de mis memorias. Tampoco tú tienes tiempo para estar de pie escuchándome casi cuatrocientos años de espantos vividos.

-Y bien, le digo agradecido, pero me narró un minuto y quince segundos de esos episodios ¿Te parece poquito?

– Y ni hablar del futuro que ya voy a enviar el dron a eso.

– Valoras el humor

-El humor tiene varias acepciones como el humor que expelen los malos chistes o un río contaminado o el refinado de Groucho Marx ,Woody Allen o el humor fragante de las rosas. Ah, y el humor vítreo. Groucho dijo que no le gustaría pertenecer a un club que lo admitiera como socio. Del humor se nutre la vida espiritual de los decaídos y las plantas marchitas.

-¿Qué es lo que más te gusta de la región y lo menos?

– Los gustos son muy subjetivos: lo que te gusta a ti puede no gustarme a mí, como, por ejemplo, las entrevistas. De la región me gusto yo y no sé si será impura vanidad o exceso de autoestima. La pobreza y la miseria no son un estado social endémico de la región, es una pandemia pero me duele verla tan cerca. Tampoco me gusta ese caos social de la carencia de civismo urbano, de tanta anarquía que es indiferente a la armonía para la convivencia civilizada. Me hace recordar el estado de una empresa cooperativa que tenía cien asociados: noventa y nueve mandaban y el otro no hacía caso.

-Te interrumpo para reírme: ¡Jájájájá..!

-Te interrumpo para proseguir. Ése ‘me gusto yo’ es un comentario tonto que pretendió ser humor y me salió un chiste. Me gustan de la región las abstracciones de Máximo Flórez, las esculturas de Espinoza, las pinturas de Beatriz González, el gusto tan sentido por la música andina con las cuerdas de los solistas; los niños que siguen esos pasos observando y oyendo con atención las notas del camino; las caminatas al páramo; los arreboles vespertinos que no son obra humana pero se amañan por aquí y por algo será. Aparte me gustaba cuando el clima era más benévolo y los señores andaban por la calle con saco y corbata así fueran de Valher, la fábrica de Valencia Hermanos, el vestido perfecto. Ya de otros gustos adoro las rebanadas de capón de don Zoilo en el barrio Alvarez y las obleas con tantos ingredientes de Floridablanca. Ah, y los dulces de apio de los Celis. Los espíritus de mis antepasados me las traían de noche. Ya las evito porque estoy a dieta y como no puedo salir a trotar…Jeje.

-¿Y con qué más espíritus te contactas? No estás tan solitario como parece.

– Algunos no son espíritus porque están vivos. Tenemos un sistema de comunicaciones, como de telepatía, que también es inalámbrica. A veces hablo con los Oitíes pero en portugués porque esos arbustos fueron traídos de Brasil por el entonces concejal, dramaturgo y poeta Fernando Cote Uribe. Y es gracioso traducir ese idioma al nuestro. Si allá dicen’ al cabo de un rato’ aquí significa una espera y allá quiere decir ‘en la cola de un ratón’ y ni quieras saber tú que traduce allá nuestra ‘buseta’. Los graciosos de por acá inventan sus cosas. ‘Motoneta da cocina’ es una cucaracha y un homosexual es ‘Volteao do Nascimento y la ropa interior masculina es ‘hamaca das bolas’. Qué malévolos tan risueños.

– Te gusta la lectura. Te ves muy preparado. ¿Qué te ha gustado y qué no?

-Obviamente que por tener nexos conmigo me gusta ‘La Hojarasca’ de Gabo y no me gusta el Ulises de Yoyce por una parte porque es bastante incompresible pero adoro que tiene, como yo, muchas hojas. Jiji…

-Qué risueño eres. Ya te dejo. Debes estar muy cansado de estar de pie.Y como al parecer eres de los últimos de tu especie te pido que me regales tu autógrafo. Mis bisnietos sabrán de tus existencias.

‘Con gusto’, me dice muy encantado. Y adivinen ustedes en qué me la firmó. Acertaron: en una de sus hojas.

Aquí la tengo entre las hojas de mis notas. ¡Qué nota!