Que fue gol de Yepes, seguimos argumentando. Que lo del campeonato de Argentina estaba arreglado desde el principio. Que la demora en el inicio del partido final se debió a que Argentina estaba arreglando con el árbitro el costo de la ‘Operación Campeón’. Que el intermedio de quince minutos se alargó a veinticinco porque Messi estaba orinando. Que Colombia es el legítimo campeón porque el juez no validó dos penaltis claros, que…
Eh…la selección Colombia es una de las grandes del planeta sin tan largos razonamientos. Pero por más grande que se sea, un deportista debe estar preparado para la gloria o para la adversidad. En esta final, si los goleadores colombianos le hubieran tirado a John Lenon, ese hombre estaría cumpliendo este año 83 de vida, decían por ahí los razonables.
Se perdió, y, después del ganador, todos los demás son perdedores.
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Los comentaristas de fútbol se creen infalibles como las palabras del papa. Se apoderaron de la verdad como si fuese un artículo propio que ellos compraron. Son sus legítimos propietarios. Y hay que oírlos, si se puede , porque esas peloteras tremendistas que arman con el nombre sonoro de ‘polémica’, son un desbarajuste, una algarabía de cotorras borrachas que no aclara sino que confunde. Yo oigo mejores argumentos en una cantina llena de borrachos con camisetas multicolores y encima no les pagan.
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Y vuelvo al ‘periodismo’ en general, subalterno de los poderosos grupos económicos. Desinforma, tergiversa, y cuando los afectados por sus canallescas infamias tratan de defenderse, se tornan víctimas. El presidente de la república es su blanco favorito en su oficio perverso del día a día. Trata de afrontar sus disparos y entonces está contra la sublime ‘libertad de prensa’. Eso no es libertad sino libertinaje.
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El presidente Petro no se ha percatado que ‘a papaya puesta, papaya partida’. Debería dejar su trinadera perpetua por unos minutos. Se pasa en plan de responderle a cuanto perico de los palotes diga baboserías. La oposición ‘inteligente’ lo torea, lo reta, y él se pone a rondarles la muleta. Lo capotean, lo hacen girar, lo hacen parar, le alistan el estoque, bufa. No entiendo, pues él es un opositor contundente de las corridas de toros.
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Es lamentable oír diariamente de mis compatriotas de todas las escalas sociales sus opiniones sobre el acontecer cuotidiano. Es notoria su falta de cultura política, su mala o pésima educación más primaria. Se nota a leguas que están orientados por los medios de desinformación; todo se lo creen, y, en consecuencia, sus palabras provienen de esos orígenes malévolos. No razonan, no mastican antes de tragar, oyen pero no ven, ven su ceguera pero no oyen. No tienen ni los ojos abiertos ni los oídos despiertos. ‘Caracol, más compañía’.
Mejor estar solo.
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El genocida más notorio del siglo , Benjamín Nethanyahu, debería ser juzgado por la Corte Penal Internacional por el ignominioso delito de manifestar públicamente que los crímenes contra el pueblo palestino no son un genocidio. Por el genocidio en sí puede ser exculpado. A los líderes de los poderosos países que lo apoyan con su silencio o miran para otro lado, sí deberían condenarlos a cadena perpetua por cómplices mudos, compinches de tanta miserableza humana.
