La nostalgia es un sentimiento que se caracteriza por una sensación de tristeza mezclada con añoranza y melancolía por un pasado que ya no está presente. Un simple objeto, un olor antiguo, una fotografía son suficientes para despertarla y sumergirnos en el abrazo de lo que ya no es.
“Todo tiempo pasado fue mejor” es una frase que evocan los nostálgicos, en contra de toda evidencia, con el objetivo de generalizar su sentimiento.
Los ‘nostálgicos’ de Bucaramanga, buscan regocijarse en sus posturas. Intentan convencernos de que sin una máquina del tiempo podemos regresar al pasado, a una pequeña comarca de artesanos con un par de familias de grandes apellidos, en la que todo estaba por hacer. Sin embargo, paradójicamente, también afirman que “no se ha hecho nada”.

No niego que sea tentador sumergirse en los recuerdos, en calles menos congestionadas y en un sentido de comunidad que parecía más auténtico.
Todos tenemos derecho a conservar nuestro propio baúl de los recuerdos, en el que quizá guardamos objetos y pensamientos que terminaron obsoletos, en un intento por mantener el pasado con vida. Sin embargo, debemos ser conscientes de que la nostalgia no construye, no avanza y no nos brinda soluciones para los problemas que enfrentamos en el presente.
Cada evocación nos aleja de reconocer las bendiciones y maldiciones que han dejado de ser circunstanciales para convertirse en parte inherente de nuestro proceso de desarrollo. Las ciudades, como organismos vivos, evolucionan y se transforman. Aunque nos parezca una calamidad, estas dinámicas de destrucción creativa enriquecen el tejido urbano, entrelazan diferentes culturas y nos desafían a superar obstáculos.

Es por eso que quiero presentar cinco puntos que considero fundamentales para construir un paradigma más acorde a la hora de insistir en el desarrollo territorial, que nos permita superar los discursos nostálgicos que buscan “recuperar” una ciudad del pasado que ya no existe y que nos enfoquen en construir la ciudad que verdaderamente nos corresponde.
En primer lugar, es momento de superar el enfoque a corto plazo y visualizar qué tipo de ciudad queremos ser en los próximos 20 o 30 años. Debemos realizar un análisis exhaustivo de nuestras limitaciones y potencialidades, anticipar los cambios demográficos, económicos y sociales, e incluso considerar la influencia que la Inteligencia Artificial puede tener en nuestro entorno ¿o nada cambiará con ello?
En segundo lugar, es vital identificar nuestras prioridades y enfocar los esfuerzos colectivos hacia estas. No podemos quedarnos atrapados en la fragmentación de los problemas, donde solo aparecen soluciones superficiales y lugares comunes. Tampoco podemos seguir dispersos, con pequeñas apuestas que no logran conectarse con la idea de progreso. Necesitamos adoptar un pensamiento sistémico que reconozca la importancia de la planificación integral. El desarrollo es más que una simple maqueta.
Tercero, adaptabilidad y resiliencia. Aunque parecen palabras traídas de las nuevas cátedras de superación personal, el mundo actual es tan impredecible como nunca antes. La famosa frase “El hombre hace planes y dios se ríe” jamás había tenido tanta aplicabilidad. En nuestros tiempos, es crucial tomar en serio lo impredecible pero probable.
Cuarto, gobernanza y gobernabilidad como principios fundamentales. La primera hace referencia a la capacidad que tienen los gobiernos de liderar los demás componentes de la sociedad y la segunda tiene que ver con sus facultades
La nostalgia no aparece en la lista de valores que permiten el desarrollo de un territorio, el liderazgo sí. Es importante dejarse embargar por el compromiso del servicio, comprendiendo que el tiempo en el poder es limitado y que el camino es más largo.
Y quinto, pero no menos importante, el involucramiento ciudadano. Nada de esto se puede siquiera pensar si no se considera la participación ciudadana, se requieren de espacios de participación y dialogo e inclusión de diversas perspectivas, los mundos unidimensionales no solo pasaron de moda, quizá nunca existieron.
La participación activa y comprometida de la ciudadanía puede contener el espíritu de la ciudad, aquello que los nostálgicos buscan entre sus cachivaches y recuerdos pero que realmente siempre ha estado presente en su desarrollo.
Nostalgia o prospectiva, esa es la cuestión.
0 12335 Me Gusta
2 comments
Una persona nueva diciendo, o mejor, repitiendo deseos trasnochados y marchitos. No joven, está lejos de una realidad que pocos, ya, no solo ven sino palpan, Un escrito de esta laya pasa del abuso a la burla y termina ofendiendo. ¿ O, será algún proyecto de candidatura? Como sea, no es nostalgia, es rabia y rencor.
You have noted very interesting details! ps
nice internet site.Leadership